La liturgia del fútbol en tono leve
La pasión por el fútbol está en el centro de la escena de esta comedia rodada en Buenos Aires, Junín y Mendoza que marca el debut como director de Jorge Piwowarski Roza, profesional con buena trayectoria en la industria local, en diferentes roles (cámara, edición, producción). Tres amigos viajan a la provincia cuyana para acompañar al equipo de sus amores, que va a disputar la final para conseguir el ascenso al Nacional, la segunda categoría de la Argentina. Ese sencillo puntapié argumental da lugar al despliegue de la popular liturgia que sostienen los hinchas argentinos: fanatismo exacerbado, cábalas e incluso algún episodio de violencia. Todo está contado con más ligereza que profundidad, y la narración avanza traccionada sobre todo por el buen timing y la gracia de Tomás Fonzi, Ariel Pérez de María y Fernando Govergun, el pelirrojo de Amigovios y Cebollitas, que compone un personaje estigmatizado por una infundada creencia popular. Aparecen también algunas subtramas que no aportan demasiado, dado que el peso de la narración recae sobre la mitología futbolera y el derrotero amistoso de un trío varonil muy reconocible y que encaja bien en un relato cuyas características remiten sin tapujos a la tira televisiva, orientada casi siempre al entretenimiento y la reproducción de lugares comunes.