Ni tan crudo ni tan cocido
Los directores de El ciudadano ilustre hincan el diente en un tema tabú, y destilan su acostumbrado humor.
Como con el fútbol, todos los argentinos creemos tener algo que decir sobre el asado.
Pero a diferencia del fútbol, la política y la religión, donde todas las opiniones son válidas, si un asado está crudo, lo está para todo el mundo. Y hay gustos también para todos: rojo vivo, a punto, pasado.
Todo sobre el asado es así, como el asado: puede no conformar a todos. Sobre gustos hay demasiado escrito.
Es un retrato hiperrealista, con lo social, lo cultural y lo gastronómico en un mismo plato con el asado. En síntesis, un buen pedazo de carne donde hincar el diente.
El documental (en verdad, ficción, como hacen siempre) de Gastón Duprat y Mariano Cohn destila el humor que tan bien han sabido acuñar a lo largo de su trayectoria, en cualquier medio audiovisual, de Televisión abierta a El ciudadano ilustre. Si ellos son irónicos, también lo será el tono que impere al desmitificar la parrilla, el encuentro alrededor de ella, los cortes de carne, la preparación y todo lo que rodea al evento gastronómico argentino por antonomasia.
Que el tono es el de la comedia queda clarísimo como una copa de agua mineral en vez de un Malbec al elegir al Negro Alvarez como relator del documental. El humorista pasa a ser el alter ego de los directores.
De cómo prender al fuego a cuestiones más escabrosas como la relación homosexual que establecería el parrillero con los comensales (hombres; no se aclara qué sucede si la que da de comer en la boca es una mujer a otra, según testimonio de un psicólogo), pasando por la halitosis.
Es cierto que la dupla ahorra sangre cuando llega el momento del sacrificio de las vacas.
Son más jugosos en otros momentos.
Cada espectador elegirá el suyo. Pasando por parrillas al costado de la ruta, o entrevistando a Hugo, de La Brigada, donde la carne se corta con cuchara, y quien llora desconsoladamente a cámara.
Lo que nunca se sabrá es cuánto de ficción tiene el filme –apostamos que un 99%-; cuándo deciden apagar la cámara o dejar pagando a los entrevistados; si eso está pautado de antemano con el personaje, o no. Lo que cuenta es el resultado, lo que se ve en la pantalla. El fin justifica los medios.
Será como dice Tuca Espinoza, doce veces campeón del Festival nacional del asado con cuero, cuando le preguntan qué le diría a la gente que no come carne. ¿Que qué les dice? Hay que ver la película.