Ni en el amor, ni en la guerra.
Todo sucede en Tel Aviv es una comedia romántica dirigida por Sameh Zoabi y protagonizada por Kais Nashif, Lubna Azabal, Yousef Swied, Nadim Sawalha y elenco. La trama nos relata acerca de la vida de Salam, un hombre palestino de alrededor de 30 años, que vive en Jerusalén y que se gana la vida como guionista para una exitosa telenovela. En verdad, el sueño de Salam es poder ser una gran y reconocido escritor de ficción y este comienzo como relator de magníficas historias de amor debería ser el despegue ideal para su carrera.
Tercer largometraje del director Sameh Zoabi, la trama analiza, con un tipo de humor casi absurdo, el complejo conflicto entre los países de Israel y Palestina. Es justamente esta disputa la que modifica e interfiere en la vida cotidiana de los ciudadanos de ambos países, que en muchos casos no la pasan demasiado bien y sufren a la par. Quizás solo el amor sea una loable vía de escape ante tanta angustia y desazón.
Filmada en Luxemburgo, el relato casi todo el tiempo se arrima a una teatralidad de tono irónico, principalmente en los estrictos puestos de control israelí por los que cada día debe pasar Salam, el protagonista. También nos enseña sobre la importancia social de la telenovela, considerado por muchos como un género menor o directamente despreciado.
Hay bastante de sátira en la trama y el guion, a cargo del mismo Zoabi, trata de tomar del modo más accesible a un conflicto que ha marcado a generaciones. Salam, este tímido pero decidido autor de novelas o culebrones, es a su vez el alter ego del cineasta, que es de origen palestino pero nacionalizado israelí y que ha sufrido en carne propia del desarraigo.
Por el lado narrativo Zoabi utiliza el recurso del metadiscurso, introduciendo dentro de la misma ficción el relato de una telenovela ambientada en 1967, en los momentos previos a la Guerra de los seis días, que enfrentó a Israel contra una coalición conformada por las actuales Egipto, Jordania, Irak y Siria. Este culebrón tiene como protagonista a un espía franco-árabe, que se infiltra de forma seductora en el Ejército Israelí, para conseguir información para su amado, que es palestino. Esta telenovela es muy famosa, tanto en Israel y Palestina, que la siguen cada día en sus televisores con devoción y hasta esperanza de unión.
Parece ser que lo que el realizador Zoabi busca es la unión de estos dos pueblos. Demostrarnos que, a pesar de las fronteras y las diferencias ideológicas, políticas, de tradición y religión, el amor es un sentimiento universal y único y que puede superar el más cruento de los dilemas.