NADA, NADA
Demasiado amor te matará. Tanta cursilería, a nosotros también.
“Todo, Todo” (Everything, Everything, 2017) sigue la línea de adaptaciones románticas young adult como “Bajo la Misma Estrella” (The Fault in Our Stars, 2014), pero a diferencia de la novela de John Green, la película de Stella Meghie –basada en la primera obra de la escritora Nicola Yoon- no llega a emocionar, más que nada, por su exceso de amorío edulcorado y demasiadas inverosimilitudes que cortan el ritmo de una trama, de por sí, bastante aburrida.
Está claro a qué público apunta esta historia: jovencitas que sueñan con el primer amor y todo lo que trae aparejado. Bajo esta superficie banal, “Todo, Todo” habla de muchas otras cosas, pero un guión flojito de papeles y una narrativa gastada (ya vimos hasta el hartazgo los mensajitos de texto telefónicos en la pantalla) no permiten que la trama vaya más allá de los corazoncitos y los algodones de azúcar.
No es que la parejita protagonista no haga el esfuerzo, simplemente hacen lo que pueden con lo que tienen, que es bastante poco, y le dan impulso a una historia que, de otro modo, no lo tendría. Punto para ellos.
Madeline “Maddy” Whittier (Amandla Stenberg, la Rue de “Los Juegos del Hambre”) es una jovencita de 18 años que sufre de Inmunodeficiencia Combinada Grave (SCID), más conocida como la ‘enfermedad del niño burbuja’ (¿se acuerdan de la película de John Travolta? Sí, así de viejos somos). Esto significa que su cuerpo no tiene defensas naturales, y si se expone a la intemperie resultaría extremadamente peligroso. Por eso, Maddy vive encerrada en su inocua casa de Los Ángeles, sin poder salir desde que era bebé. Mientras sueña con el océano, se rige bajo los estrictos cuidados de su mamá doctora, y podríamos decir que no le falta absolutamente nada (hasta estudia arquitectura por Internet), salvo un poquito de interacción humana.
Todo cambia con la llegada de un nuevo vecino, Olly Bright (Ben Parrish), que se acaba de mudar con toda su familia desde Nueva York. Un adolescente bastante pesimista, pero que en seguida conecta con esa muchachita detrás de la ventana. Mensajito que va, mensajito que viene, los chicos comienzan una relación “a la distancia” que, al cabo de un tiempo, pide a gritos un poco de cercanía. El encuentro se da gracias Carla (Ana de la Reguera), enfermera de Maddy que le hace la pata para conocer finalmente a Olly. Todo es amor y felicidad hasta que se entera mamá y pone fin al romance, desatando la rebeldía de su hija, dispuesta a experimentar un poco de libertad.
“Todo, Todo” debería entrar en esa categoría de historias lacrimógenas con protagonistas enfermos como la ya mencionada “Bajo la Misma Estrella” o “Yo Antes de Ti” de Jojo Moyes, pero no llega a ese extremo y se pierde en un sinfín de situaciones sin sentido, lugares comunes y momentos inverosímiles, incluso para un relato que sólo hace hincapié en el amor olvidando la lógica narrativa, tanto así, que roza la ciencia ficción (bueh, tal vez no para tanto).
Se nos complica comprometernos con la situación de Maddy y su relación con Olly cuando todos los elementos a su alrededor no siguen un razonamiento coherente. Los realizadores dejan demasiados cabos sueltos (sobre todo con el personaje del muchachito), y se concentran en mostrar el idilio a como de lugar, empalagando una historia que podría profundizar muchísimo más en cuanto a cómo nos relacionamos.
No vamos a buscarle el pelo al huevo, “Todo, Todo” es un romance adolescente, para un público adolescente que no pide mucho, sólo sus propios anhelos expresados en la pantalla, una linda parejita que los represente, el uso de redes sociales con las cuales identificarse y una banda sonora acorde que lo adorne todo, todo a la perfección.