Refrito de ideas...sin ideas
Endilgarle su génesis mercantilista a una película es remar contra la corriente de una industria experta en reiterar fórmulas de éxito probado: no hay nada malo en la concepción de Todo un parto (Due date, 2010) como un spin off que amalgame la trama de Mejor solo que mal acompañado (Planes, Trains and Automóviles, 1987) con un estilo narrativo y jirones del humor del film previo de Todd Phillips,Qué pasó ayer? (The hangover, 2009). La cuestión es que esa cercanía temática entre dos grandes, enormes películas la ubican en un raro limbo de desajustes e imperfecciones.
Peter Highman (Robert Downey Jr.) es un empresario exitoso que corre contra el reloj esperando llegar a tiempo para el nacimiento de su primogénito. Ethan Tremblay (Zach Galifianakis) es, obvio, su opuesto: tosco, frontal, sin demasiadas luces, aspira a conquistar Hollywood actuando en la exitosa serie Two and a half men. Como en el clásico de John Hughes, Todo un parto narra la historia de esta pareja despareja que debe atravesar transversalmente Estados Unidos luego de un entuerto aéreo.
Es inevitable ubicar la piedra basal de este proyecto en el inesperado éxito que fue Qué pasó ayer?, cuyo costo de 45 millones de dólares y su taquilla global de casi 280 millones la convirtieron en una de las producciones más rentables de 2009. Fue además la catapulta al estrellato para el siempre subvalorado Todd Phillips y el cómico de origen stand up Zach Galifianakis, quien puso sus voluminosas carnes al servicio del cuñado del novio desaparecido a horas de su boda, en lo que era un auténtico pelmazo con destino de mito. Brillaban demasiado los dientes de ese caballo como para no encandilarse aún más. Y así se concibió la secuela, actualmente en rodaje, y seguramente ésta, una película que repite director y actor protagónico –no por nada el trailer anuncia con bombos y platillos lo nuevo del “director de Qué pasó ayer?”- y le suma a una estrella re-cotizada en las huestes de la comedia gracias al díptico de Iron Man (2007) y Una Guerra de película (Tropic Thunder, 2008) como es Robert Downey Jr. El banquete se imaginaba completo con la premisa salpimentada por el brío del gran John Hughes.
Pero la promesa se arruina en una larga seguidilla de chistes vetustos y personajes lineales creados con fibrón grueso, una larga perorata de situaciones previsibles que incluyen redenciones y arrepentimientos. Más allá del absoluto inverosímil de las situaciones (la de la frontera mexicana gana por varios cuerpos) y de su carencia de lógica en el universo narrativo de la película, Todo un parto es un mero viaje rumbo al temido mensaje igualitario y tranquilizador que empapaban las películas un tiempo atrás, una película que, sí, funciona, pero que luce anacrónica luego de la frescura y desparpajo la factoría Apatow.
Es curioso notar cómo Phillips borronea aquí toda una línea autoral trazada desde Viaje censurado (Road Trip, 2000) y hasta Qué pasó ayer?, donde construía historias primadas por la amistad por sobre el prejuicio, poblacada por criaturas que consentían el utilitarismo mutuo en post de un bienestar mayor, casualmente en ambos casos se trataba de un viaje para salvaguardar una relación. Esa conciencia de la manipulación los dotaba de una franqueza y una sinceridad ausente en Todo un parto, donde Peter aparece un pedestal arriba del naif Ethan, siempre dispuesto a pisotearlo y traicionarlo, a dejarlo de lado ante la primer oportunidad. Como si fuera poco, el vínculo inicialmente utilitarista que vinculaba al primero con el segundo deviene no hacia la amistad o la aceptación de las diferencias irreconciliables, sino a la lástima.
Todo un parto es poco de lo que promete. Lejos de las vertientes fílmicas que nutren su raíz, sólo queda esperar poco más de seis meses para el estreno de la nueva aventura de los cuatro amigos aún resacados o aprovechar el merecidísimo homenaje al director de El club de los cinco (The brealfast club, 1985) que programó el festival de Mar del Plata. No estará Mejor solo que mal acompañado, pero igual vale recuperar la filmografía de un tipo que sobre la amistad sabía bastante.