Una mirada hilarante sobre la amistad
El director Todd Phillips vuelve a la carga con una comedia disparatada después del éxito (exagerado) de su anterior trabajo: ¿Qué pasó ayer?. Y para lograrlo trae a dos intérpretes ideales: Robert Downey Jr. y Zach Galifianakis.
El resultado es Todo un parto, un eficaz relato que juega con la pareja de opuestos luego de un confuso episodio ocurrido a bordo de un avión. Peter (Downey Jr.) es un arrogante hombre de negocios y futuro padre que intenta volver a tiempo para presenciar el parto de su esposa. Y, en el otro wing, aparece Ethan (Galifianakis), un actor entrado en kilos, desprolijo (recuerda a Santiago Segura en Torrente), con permanente, y acompañado por su inseparable boxer (y por las cenizas de su padre que lleva en un tarrito de café), cuyo objetivo es llegar a Hollywood inspirado por los capítulos de la serie Two and a half men.
El encuentro entre ambos no tardará en llegar y tampoco la obligada travesía que juntos deberán emprender desde Atlanta hasta Los Angeles, entre persecuciones con la policía mexicana, consumo de drogas, peleas con amigos y escenas escatológicas.
El realizador sumerge al espectador en una catarata de gags constantes que se alimentan de las contradicciones que surgen entre los protagonistas. Hacer comedia no es sencillo y el director sale airoso con un producto certero y menos disperso que su anterior film, mientras propone una mirada hilarante sobre los límites de la amistad y la masculinidad.