El director iraní Ascar Farhadi, elogiado y premiado por films como “Una separación”, “El viajante” entre otras, despliega aquí esos temas que tanto le interesan, los secretos familiares de la familia extendida, los temas del pasado macerados en años y nunca resueltos, los lazos demasiado fuertes de tradiciones y traiciones. Cuenta aquí con un elenco internacional: Penélope Cruz, cada vez más intensa en sus trabajos dramáticos, Javier Barden transformado en el corte final en el eje de las cuestiones, sufriente, torturado y Ricardo Darin en un papel que por el metraje que se le quito tiene menos lucimiento pero no pierde intensidad. El argumento muestra un encuentro en el origen con la excusa de una boda. El personaje de Penélope regresa desde Argentina con sus hijos sin su marido (Darin) para el casamiento de su hermana. Todo es alegría del reencuentro especialmente con el personaje de Barden, alguien con quien Penélope se crió y luego fue su amor de juventud. En el medio del casamiento un corte de luz y una lluvia torrencial frenan la fiesta y la enfrían con una noticia terrible: Han secuestrado a una adolescente, la hija de la protagonista, se recuerda un trágico caso anterior, y se desata el drama, el nudo que amarra a todos los familiares y amigos y los rencores del pasado en un pueblo donde la frase del título es significativa. Un camino policial por un lado, con un policía retirado un poco desaprovechado, un costado del film que al director no le interesa especialmente. Y con un poco de confusión en como se relacionan los personajes, se muestra el complejo entramado familiar y social con un planteo interesante y profundo aunque no es lo mejor del director. Entretiene la intriga y la pintura de los personajes donde cada uno tiene algo que ocultar o sospechar.