Pueblo chico, infierno familiar
La película de apertura del 71 Festival de Cannes, dirigida por Asghar Farhadi (La separación, El viajante), es otra incursión del cineasta iraní sobre los quiebres de los lazos familiares.
En este caso se trata del secuestro de la hija de la pareja que componen Laura (Penélope Cruz) y Alejandro (Ricardo Darín), el que dispara un sinfín de situaciones que ponen en jaque a la familia. El casamiento de una de las hijas reúne en un pueblo de España a toda la familia que festeja con una alegría desmedida la joven unión y el reencuentro con otros integrantes que viven en Argentina. Pero un corte de luz rompe el clima de jolgorio y la hija adolescente desaparece en la oscuridad. El drama invade la película y el clima opresivo inicia puertas adentro.
Lo que podría ser una búsqueda de solucionar el conflicto (pagar el rescate y recuperar a la niña) se transforma en una caza de brujas al interior de la familia. Y como en el melodrama, el conflicto viene de uno de los personajes externos a ella. Resulta que el ahora amigo de la familia Paco (Javier Bardem) es dueño de una exitosa finca productora de vinos, comprada a Laura (Penélope Cruz) a un precio muy accesible en el pasado. Esa venta a bajo costo es echada en cara por cada integrante, y generando un espiral de acusaciones y secretos revelados que golpea a todos y cada uno. La alegría inicial esconde las envidias y reproches que salen a flote ante el secuestro.
La película enlaza de manera muy efectiva los giros de la trama: el secreto marca un punto de no retorno y un tiempo para el rescate, tiempo que lleva al límite sospechas puertas adentro, que adquieren niveles de novela de Agatha Christie. Pero el melodrama desplaza al misterio por el rencor y las vueltas de tuerca tensan el relato hasta puntos que rozan lo inverosímil.
Todos lo saben no está a la altura de las películas anteriores de Asghar Farhadi, siendo su estructura de melodrama sostenida en parte por el gran nivel del elenco al que se suma Eduard Fernández (Perfectos desconocidos), Bárbara Lennie (Una especie de familia) y Sara Sámalo (Las grietas de Jara). Ellos hacen convincente una historia que de otra manera hubiera tomado rumbos de telenovela.
Hay algunos recursos simbólicos interesantes (el todos lo saben del título, la culpa), mientras que otros (la lluvia, los zapatos embarrados) son un tanto evidentes para el espectador atento. Sin embargo, el film sabe combinar drama con tensión haciendo hincapié en descubrir, como quien quita un manto, la verdadera naturaleza detrás de cada individuo.