Farhadi no es Kiarostami
Una familia integrada por padres de distintas nacionalidades (Laura/Penélope Cruz/España, Alejandro/Ricardo Darín/Argentina) y sus dos hijos llega incompleta, sin la presencia del padre, a una villa cercana a Madrid para asistir al festejo de casamiento de la hermana de Laura. La hija, de carácter volátil, ya ha visitado la región con anterioridad y tiene afinidad con un chico que la habita. En medio de la fiesta, desaparece.
A partir de esta premisa en el thriller estructurado por infinitas capas, comienza a desarrollarse una trama digna de una novela de Agatha Christie dentro de un ámbito familiar hermético, plagado de aristas que tienen que ver con la desconfianza, el estado socioeconómico y las derivaciones provenientes de la intolerancia entre clases.
Por otro lado, Paco (Javier Bardem) es un antiguo amor de Laura (tal vez el más importante), y a su vez, dueño de las tierras que esta le vendió antes de emigrar a Argentina. La familia de Laura nunca aceptó esta adquisición, considerando que el peón se abusó al comprarlas en un valor menor al de tasación real.
El personaje encarnado por Darín irrumpe en la segunda parte del film, cuando el conflicto ya está planteado. Se esperaba por momentos que su figura ingresara con imponencia, pero no. De hecho, a Darin se lo nota un tanto incómodo en su rol, que resigna casi todo diálogo por un trabajo mucho más corporal y gesticular.
El director iraní Asghar Farhadi, doble ganador del Oscar por La separación y El viajante, acude a filmar a un país y un idioma foráneos (España), siendo este uno de los desafíos que establece el film. Kiarostami lo hizo en Copia certificada (Italia), aquella magnífica obra protagonizada por Juliete Binoche y William Shimell, y luego en Like Someone in Love (Japón). Para algunos cineastas, la distancia y la lengua no resultan un problema. No es el caso de Farhadi.
Este thriller, asimismo, transita un camino melodramático y lo hace demasiado mal. Como evidencia, valga mencionar una escena clave en la que Bardem debe sobrellevar una carga emocional importante a raíz de lo que acontece. La escena resulta risible hasta el punto de provocar las carcajadas de una platea que en esa instancia debía acongojarse.
Con todo, la dupla Bardem-Cruz funciona muy bien en pantalla; sobre Cruz recae gran parte del peso del film y sale airosa. Farhadi, por el contrario, no logra trasladar la experiencia de rodaje en Irán a otras regiones.