Secretos de familia
Todos tenemos un muerto en el placard o un hijo en el clóset, la película de Nicolás Teté, narra en clave de extraña comedia la historia de Manuel, interpretado por Facundo Gambandé, quien debe lidiar como puede con una familia cuyas cabezas tildan de intolerable molestia social la homosexualidad. Eso nada más para arrancar, en un torrente de situaciones que rozan lo intolerable.
Una vez que decide volver a su pueblo natal para enfrentar a sus padres y darles la noticia de que viajará para encontrarse con su novio, no solo vemos en carne viva los valores y costumbres de su familia a partir de viejos mandatos, sino además cómo sus planes se complican y cambia su realidad.
La producción tiene buenos momentos y si la necesidad o el interés de la película fuera el de ocupar un espacio super comercial, lo lograría, tal vez, sin despeinarse. Y es que el tono que utiliza oscila entre cierto “naturalismo” actoral en el elenco y una especie de juego de videoclip que bien podría ser parte de un thriller prometedor.
Sin embargo, el clímax desequilibrante se siente vibrando eventual en el transcurso de la duración del film, que parece no suceder nunca. Si la histeria de un padre que sabe vivir de las apariencias (y hasta es posible ver que lo disfruta) y una madre que se entiende sumisa en una felicidad proto fingida, en un accionar cuasi adolescente son lo formadores de los niños y adolescentes que el patriarca desea prodigios, es realmente cruel lo que puede esperarles en su crecimiento y desarrollo. Se espera el éxtasis, que se sienta real, que mueva (de forma sencilla o amenazante) la realidad de los personajes. Tal vez sea mi error, que no alcancé a empatizar del todo con Manuel y su familia. O porque sentí que le calzaría mejor otro género cinematográfico. Por suerte para todos, es el director el que elige, y no yo.
Todos tenemos un muerto en el placard o un hijo en el clóset es una película que se deja ver y tal vez estos elementos con los que la describo (y la misma historia es) puedan hacer más tolerable la vida para los “Manuel”, que poseen carnadura real en el mundo que hoy nos cobija ( y en este contexto es una manera de decir).