Plan B
De por sí, la atmósfera que despiertan dos hermanos gemelos dentro del mundo del cine y la literatura, esa fantasía de sustitución de una vida por otra, es indudablemente muy interesante.
Y cada uno de los directores, de los guionistas, de los escritores, le imprime a esta situación especial, un universo particular para describir este lazo especial e inexplicable que aparece cuando, excepto por algunas pequeñas "marcas", dos personas con vidas completamente diferentes, parecen, a simple vista, ser la misma persona.
Jeremy Irons fue en "Pacto de Amor" quizás la pareja de gemelos más enferma de la historia del cine, en "El ladrón de orquídeas" esta situación es utilizada como disparador de situaciones de comedia y por ejemplo en "Pacto de silencio" con Elodie Bouchez y Gérard Depardieu es la clave en la que descansa el mayor interés del thriller.
Algo similar sucede con la película de Piterbarg, porque justamente el aroma a thriller que se respira en "Todos tenemos un plan" es la actuación de Viggo Mortensen en este doble papel de Agustin -un médico no del todo conforme con su vida en Buenos Aires- y Pedro -que vive en el Tigre y es apicultor- y la intriga alrededor de estos dos hermanos gemelos.
Sus caminos se cruzan en el momento en que Pedro, quien atraviesa una enfermedad grave y muy avanzada, decide visitar a Agustín. Allí aparecerá esa idea de sustitución de una vida por otra, situación que particularmente atrae a Agustín porque no solamente no se siente satisfecho a nivel de su desarrollo profesional sino que se acerca el momento de los últimos pasos del trámite de adopción con el que tampoco parece estar del todo conforme. Será el plan ideal para escapar de su vida plagada de frustraciones y de tener que enfrentar algunas decisiones comprometidas.
Ana Piterbarg, quien debuta en el largometraje luego de haber sido asistente de Fernando Spiner y Martín Rejtman, plantea sólidamente la historia y acierta en la forma de presentarla, mostrando dos mundos tan discímiles entre sí, apuntando a dos estéticas completamente diferentes.
El mundo de Agustin se desarrolla en una Buenos Aires acomodada (se distingue claramente que las tomas fueron en los barrios de Recoleta y Barrio Norte) mientras que Pedro vive en el Delta del Tigre, más rodeado de naturaleza, pero también de sordidez e instalado en un submundo criminal completamente opuesto a la vida de su hermano.
Pasadas las escenas iniciales de presentación de estos dos universos contrapuestos, Piterbarg parece perder el rumbo y no poder manejar el "tempo" necesario para que realmente el thriller sea un thriller.
Y evidentemente, uno de los mayores desaciertos de la película es que tiene un ritmo completamente desajustado, falto de nervio, narrado con una lentitud que no permite que el suspenso se instale en el espectador.
La morosidad casi explícita que tienen algunas escenas, los silencios de los personajes y los planos largos que elige la directora, juegan en contra y desfavorecen el ritmo que la trama necesita para que no pierda la fuerza con la que había sido presentada inicialmente.
Si bien "Todos tenemos un plan" cuenta con un elenco sólido y de vasta trayectoria en el terreno cinematográfico, Soledad Villamil en el papel de la esposa de Agustín, tiene apenas algunas pequeñas intervenciones por lo que está notablemente desaprovechada. Incluso, en algunas escenas, la química con Mortensen no logra el resultado esperado y cada uno parece estar actuando en un registro diferente sin poder compatibilizar entre sí.
Viggo Mortensen está muy correcto en ambos papeles y trabaja algunos detalles que (nos) permiten distinguir un hermano del otro y logra, sobre todo en su mirada y con algunos gestos muy sutiles, convencer de su doble rol (o triple según como se lo mire, porque debe ser Agustín, Pedro y uno de ellos sustituyendo la vida del otro).
Los roles secundarios de Sofía Gala Castiglione, quien aporta un rostro cinematográficamente privilegiado e ideal para este papel y Javier Godino (a quien conocemos de "El secreto de sus ojos") son ajustados y cumplen con su función dentro de la trama.
Pero es Daniel Fanego quien realmente se roba la película.
Cada vez que hace su aparición en pantalla transmite la oscuridad que su personaje necesita y tiene una presencia perturbadora en las escenas en las que participa, siendo el que más convence en su rol, determinante también para el desarrollo de la historia y sobresaliendo ampliamente del resto del elenco.
Siendo que el guión con el que cuenta la película, de la misma Ana Piterbarg en colaboración con Ana Cohan, fue ganador del premio otorgado por la Sociedad General de Autores Española (SGAE), uno como espectador queda con ganas de una historia más fuerte y con alguna sorpresa. En este caso, lamentablemente, la historia va decayendo, perdiendo fuerza después de un buen arranque y no logra encontrar el camino indicado ni el nervio que una buena historia de suspenso necesita para ser disfrutada.
Aún a mitad de camino, "Todos tenemos un plan" es un producto técnicamente logrado, con actuaciones correctas que puede interesar más a aquellos espectadores que no busquen solamente un thriller en pantalla... o a los fans de Viggo Mortensen, por supuesto.