No entendí tu plan
Si hay algo bastante interesante en Todos tenemos un plan es que no da lástima, ni pide consideraciones por ser argentina. Pero la falla se sitúa en la promesa de algo que en realidad no existe. El clima, los diálogos e incluso la música mantienen a la expectativa al espectador como si algo interesante fuera a pasar. Sin embargo, ese algo nunca llega. Es una lástima que se pierda la calidad de la producción por no poder redondear la idea o hacer una premisa más fuerte. Bastante lejos se sitúa esta película de lo que generó El secreto de sus ojos. Aunque han querido seguir con ese modelo para Oscar, aquí falla la narración.
En resumidas cuentas Agustín (Viggo Mortensen) lleva una vida que no lo satisface junto a su esposa (Soledad Villamil). Ambos deciden adoptar a un hijo y él a último momento opta por echarse atrás. Después de una pelea de pareja, ella decide irse de viaje. Es allí donde el hermano de Agustín, Pedro, llega a saludarlo, después de haber estado bastante tiempo sin verlo. Es entonces cuando Agustín decide tomar la identidad de su hermano gemelo para poder desprenderse de su vida.
Ya partiendo de este breve resumen, vemos una idea bastante utilizada por el cine: alguien inconforme con su vida que decide ser otra persona para escapar. Pero se intenta, de todas formas, hacer algo distinto. Yo diría que no salió.
Al cambiar de vida, también cambia el lugar del protagonista. Es la buena utilización del paisaje del Delta, donde vivía Pedro, lo que más fortaleza le da a la película. De haberle dado una vuelta de rosca, sin dudas hubiera funcionado mejor. Son paisajes lúgubres y oscuros en los que se nos sitúa y generan gran impaciencia y expectativa. Son imágenes sublimes las que se presentan porque se encuentran rozando la belleza y lo tenebroso. En este sentido, la fotografía toma gran presencia y es muy agradable. Pero al no estar acompañada con una idea concreta, pierde su fuerza. Es decir, la trama y los recursos trabajan por separado, con lo cual hacen del producto algo muy débil y hasta confuso. Asimismo, el hecho de generar tanta expectativa para luego terminar con algo tan liviano da un sentimiento de bronca que tapa mucho de lo bien logrado.
En lo referido a las actuaciones, el elenco presenta un buen desempeño. Daniel Fanego resulta el más interesante de todos: el papel de villano le sienta muy bien. Pero es de poco agrado ver actuar a Sofía Gala, quien nunca puede desprenderse de su personalidad.