El espíritu de la colmena
Todos Tenemos un Plan, film de iniciación de Ana Piterbarg detrás de las cámaras cuenta con la destacada participación de Viggo Mortensen que también debuta, pero en una película de producción argentina, para contarnos la historia de Agustín un pediatra de Capital Federal que se encuentra casado con Claudia y a punto de adoptar a un bebe. En una especie de crisis existencial Agustín se re encuentra con su hermano gemelo Pedro y luego de su muerte (la cuál hará pasar como propia) asume su identidad para instalarse en una isla del Tigre y comenzar un reinicio en su vida, sin sospechar del todo que los turbulentos socios de su hermano lo vendrán a buscar para para participar en nuevos negociados delictivos que lo pondrán a prueba.
El debut de Piterbarg es auspicioso y más allá de que el resultado de Todos Tenemos un Plan no sea el esperado, la película tiene consigo varios valores que hacen de su visionado una buena experiencia. En primer lugar hay que destacar la factoría técnica de la película especialmente en las escenas de rodaje en exteriores en el Tigre, ya que realmente era una tarea difícil de llevar adelante y la cinta lo lleva adelante con una muy buena calidad. Y en segundo lugar y más importante resulta muy interesante el enfoque que Ana Piterbarg le dio a la ambigua trama, siendo que el hermano burgués, asentado y con buen pasar sea el encargado de elegir vivir en las afueras de la ciudad e incluso asumiendo inconscientemente la condición delictiva de su hermano para intentar salir de su rutinaria vida. Incluso hay un gran acierto en conseguir transmitir esa aura fantasmagórica, austera y hasta tétrica de las islas del Tigre que sirven como un personaje más en la cinta. Básicamente este es el punto más fuerte de Todos Tenemos un Plan ya que la ambigüedad que plantea la directora funciona y aunque no se termine de desarrollar con la fuerza necesaria, es muy valorable en su intención y obviamente que también en su por pasajes imperfecta ejecución.
Hay una buena finalidad en Piterbarg en alejarse de los típicos tópicos comerciales al implementar una gran economización de recursos dignos de los mejores policiales negros, pero esto es algo que lamentablemente no termina de funcionar debido a que no hay un in crescendo en la cinta que logre justificar tantos minutos sin que suceda nada interesante. La escena concluyente, con una muy buena previa a cargo de Daniel Fanego, no tiene la dureza, la presencia y la autoridad que debería tener una cinta que trata en todo momento de expresar una tensa calma para desembocar en un furioso final. El guión, también de Piterbarg, contradice de alguna manera esa austera puesta en escena, debido a que en varios pasajes llena sus líneas con diálogos demasiado explicativos, como si hubiera habido un miedo en la realizadora de no terminar de hacer llegar su mensaje. Sin dudas la voz en off del comienzo y del final son un claro ejemplo de esa contradicción, inclusive el dialogo final entre Clara (personaje interpretado de gran manera por Sofia Gala) y Agustín resulta infantil, tele novelesco e incongruente con la idea de la cinta.
Viggo Mortensen sortea con mucha más soltura su rol de Pedro (el hermano “malo”) que el de Agustín. Con el protagonista, Viggo, se lo nota encorsetado detrás de tanta expresión de confusión y en la intención de diferenciarlos en la manera de hablar. Obviamente que su actuación esta a la altura de su expectativa, pero incluso no encontraremos en Mortensen la labor más destacada del film, debido a que el malvado personaje de Daniel Fanego lo alumbran todos los reflectores con cada aparición. Por otra parte tenemos a la hermosa Soledad Villamil en un rol decorativo sin demasiado desarrollo y al cual se le suelta la mano bruscamente hacía la parte final de la cinta.
Todos Tenemos un Plan es una imperfecta propuesta que por su ambiguo discurso y por la calidad de sus actuaciones merece tener una oportunidad del público nacional en la gran pantalla.