Tokio

Crítica de Emiliano Basile - EscribiendoCine

¿Y la historia?

Como tantas otras películas que apuestan todas sus cartas a su elenco protagonista, Tokio (2015) se recuesta sobre las figuras de Graciela Borges y Luis Brandoni, la pareja en cuestión, quienes sobrellevan con oficio el débil relato de una película que se queda a mitad de camino sin nunca volverse interesante ni atractiva.

De los productores de dos películas dirigidas por Marcos Carnevale, Viudas (2011) y Corazón de León (2013), se anuncia este proyecto que busca apelar a los sentimientos y el carisma de sus protagonistas como único recurso de relato. La historia es tan pequeña como inexistente: Una pareja de la tercera edad se encuentra una noche en un bar y ante la soledad de ambos, nace un simpático amor. Se hace alusión a un lugar llamado Tokio, y ese parece ser todo el misterio de una trama que carece de puntos de giros para hacer atractivo el romance.

Desde los primeros minutos se anuncia una película con varios puntos en común con otra de Carnevale: Elsa y Fred (2006). Pareja mayor con sus vicios y manías que sin embargo se enamoran como adolescentes. Excusa perfecta para desarrollar pizcas de humor en una romanticona que no dice absolutamente nada más allá de lo que muestra.

En cuanto a la “forma” del film se recurre al director Maximiliano Gutiérrez (El vagoneta en el mundo del cine), quién aporta innumerables recursos visuales para “hacer más atractiva” una historia que se derrumba con el correr de los minutos por la falta de ideas. Tenemos juegos con el foco para destacar uno u otro elemento de la puesta en escena, ralentis y puestas de cámara no convencionales, así como una intención de describir espacios desde diferentes planos detalle de los elementos que lo constituyen. Estos recursos agregan algo de imaginación visual en los primeros momentos de la historia para darle el dinamismo que la trama no tiene. Sin embargo, después de un tiempo se vuelven reiterativos y nunca se relacionan con aquello que se narra, más allá de la estética novedosa que plantean.

Tokio es una suma de voluntades, la de Graciela Borges y Luis Brandoni (en clave galán), quienes ponen su mejor versión para cargarse la película al hombro, y la de Maximiliano Gutiérrez que busca darle un plus desde lo visual. Pero la falta de un guion solido por parte de María Laura Gargarella (Motivos para no enamorarse) se siente y se torna tan pesada como imposible de remontar.