Tokio

Crítica de Javier Mattio - La Voz del Interior

A tono con la composición musical-conceptual jazzística de esta coproducción local (virtuosamente gestada por el músico Jerónimo Piazza) podría decirse que Tokio es un estándar, un diseño mítico y secuencial que viene de todos los tiempos para ensayarse una vez más: dos personas, una mujer y un hombre, que adoptan nombres de película (Graciela Borges es la misteriosa y seria Nina, Luis Brandoni el pícaro pianista Goodman) se encuentran en un bar en una noche lluviosa. Sus gestos dejan entrever que hay clara atracción y consenso: será cuestión de tiempo, tragos y latiguillos seductores para que los protagonistas compartan una noche de alcoba furtiva.

Pero un estándar puede ser un clásico o un cliché: Tokio se inclina por la segunda opción, a causa de una desafortunada combinación de omisiones y detalles caprichosos. Por un lado, hay un temor a mencionar edad y locación: los personajes no asumen su tercera edad (lo que aproximaría al filme a un Elsa y Fred glamoroso y minimalista) ni el territorio que pisan: Tokio -un bar- y Roma -la ciudad de donde viene la engañada Nina, cuestión explicitada en una serie de innecesarias instantáneas introductoras- son las dos únicas referencias en el mapa de un filme que así y todo elige un lugar típicamente turístico como La Cañada para que sus personajes coqueteen.

Esa falta de decisiones narrativas convive en Tokio con una aproximación formal más deudora de la publicidad que del cine, abordaje que se percibe sobre todo en la escena del departamento que sigue a la del bar, en la que una serie de extensos planos detalles sobre pavas y cafés y tomas rebuscadas (¡desde adentro de una alacena!) hacen notar aún más la ausencia de razón y contenido de la película, que halla en sus dos actores su principal sostén. La cruda elegancia de Borges y el registro cómico de Brandoni (de tintes televisivos) son los instrumentos afinados de un estándar que resigna esencia en pos de un clima o atmósfera que se evapora como un fugaz polvo de madrugada.