En momentos donde la fantasía y el medievalismo estás en ápice dada la inminente culminación de la histórica serie “Game of Thrones”, es inevitable recordar la serie de películas que marcaron un quiebre en lo que respecta a esta temática: “El Señor de los Anillos”. Es un mundo escrito por J.R.R. Tolkien, que salió a la luz en el año 1937, siendo “El Hobbit” el primer libro de muchos más. En esta oportunidad, Nicholas Hoult se pone en la piel de este extravagante e inteligente personaje en su film homónimo y biográfico, escrito por David Gleeson y Stephen Beresford.
El largometraje inicia con un Tolkien joven, interpretado por Harry Gilby, quien ingresa a un colegio de alto nivel gracias a su tutor legal, el sacerdote Francis (Colm Meaney). Allí conoce a un grupo de chicos con quienes, a pesar de haber iniciado la relación con peleas, entablaron una profunda amistad basada en el arte y las ganas de cambiar el mundo a través de ella. Por otro lado, Tolkien conoce a Edith Bratt (Lily Collins), mujer de la cual se enamora profundamente y, debido a cuestiones académicas y la participación inglesa en la Primera Guerra Mundial, sus caminos se separan, aunque con la promesa de volver a encontrarse. Tironeado por estos aspectos variados, Tolkien crece con el único objetivo de dedicarse a lo que realmente le apasiona: las lenguas clásicas.
La actuación de Hoult resulta sorprendente, pudiendo transmitir las emociones de su personaje hacia el público, consecuencia de una gran formación de su personaje y una sólida interpretación de este. Gilby, un chico que está iniciándose en el mundo cinematográfico, se mantiene a la altura de su compañero, brindando dos etapas biológicas del mismo hombre, generando credibilidad en su personaje.
Por su parte, Lily Collins crea a una Edith Bratt de la cual no se sabe mucho, pero le alcanzan pocos minutos en pantalla para interpretar de una forma más que aprobada a la pareja de Tolkien. Ella, junto con el grupo de amigos del cual el escritor formaba parte, generan un gran soporte del largometraje y su trama.
El director, Dome Karukoski, logra fundir de una excelente manera la historia de Tolkien y su fascinación por la filología clásica, además de cómo concibió el mundo donde se desarrollan sus historias. Sin dudas, éste es un punto más que a favor, además de la reconstrucción de la época de la Primera Guerra Mundial, contexto en el cual la película se lleva a cabo.
“Tolkien” es un producto fiel al origen del mundo fantástico del autor, en el cual se puede conocer el entorno donde él vivió y cómo influyó eso en sus novelas. Sin dudas éste es un gran trabajo donde puede verse la importancia de cada arista que compone a la cinta y que no sólo generará satisfacción en cada amante de sus historias, sino que será una caricia para su corazón.