El significado de las palabras.
Basado en la vida del prestigioso autor literario de El Hobbit y El señor de los anillos, y más allá ser una biopic, el film recurre a la juventud del escritor para encontrar en sus vivencias la inspiración de su futura obra, incluyendo el placer y la importancia hallada en las palabras.
La vida de Tolkien (interpretado en su juventud por Harry Gilby y luego por Nicholas Hoult) es narrada con una fuerza poética que refleja, a veces más sutilmente que otras, la pasión y la importancia tanto del arte literario como de los vínculos de amistad y amor. Así, las ideas que terminarían forjando un anillo para gobernarlos a todos, se establecen en las importantes relaciones forjadas por el autor a temprana edad.
La amistad con sus tres compañeros de Birmingham que crearían un selecto grupo intelectual para debatir acerca del arte en todas sus formas —ficción, pintura y poesía— y la relación amorosa con la talentosa pianista Edith Bratt (Mimi Keene y Lily Collins) son la pulsión artística que incita a la mente del protagonista a conformar el universo de fantasía más importante de la literatura. Si bien, como demuestra el film, la génesis de su imaginación se encuentra desde un principio en la pasión por la lectura inculcada por su madre, es a través de las relaciones y la atracción intelectual que nacen de ellas donde la inspiración alimenta aún más la pasión de su creador. El relato alterna los tiempos narrativos sin respetar mucho la cronología al pasar por la infancia del autor, su experiencia como combatiente en la Primera Guerra Mundial y los maravillosos años previos junto a sus amigos, todos sucesos igual de importantes que dan forma a la poderosa imaginación.
Sabido es que el autor creó su propio y complejo lenguaje que luego sería parte del dialecto élfico de sus relatos. De esta manera, la importancia de la lengua funciona como núcleo del film, ya que al igual que los diferentes sucesos que forman a persona y artista, la relevancia del mismo reside en el significado detrás de los hechos, y por ende, de las palabras. Por ese motivo, el relato no se limita meramente a recolectar sucesos y guiños de lo que luego llevaría Tolkien al papel, sino que resignifica esos elementos denotando el sentimiento y la implicancia que termina por definir las vivencias del escritor inglés en su viaje creativo que más tarde se transformaría en tinta, papel e imaginación. Cual diccionario audiovisual, el film no solo repasa biográficamente al autor sino que encuentra las definiciones que conformaron su mente creativa.
Paradójicamente, si los horrores de la guerra dieron lugar a la creación del mal que representa el anillo único, el peso del bello mundo de la Tierra Media creada por Tolkien está en la fuerte presencia de la vida y la belleza de la misma, la cual se encuentra representada en su comunidad de cuatro amigos (o hobbits) y en el amor de un simple mortal por una mujer dotada de un aura que la asemeja a un ser fantástico —el autor y su amada siendo los verdaderos Aragorn y Arwen. Más allá de los simples guiños referenciales, lo que hace el film es construir significado en los hechos y vivencias, dotarlos de trasfondo.
La vida que el autor volcó en palabras de ficción, aquí son convertidas en imágenes. En un agujero en el suelo, vivía un hobbit. En el corazón del amor y la amistad, vivió y creció un autor. Sus palabras y el significado de las mismas continúan viviendo, haciéndolo inmortal y por ende, un ser fantástico más.