Tolkien es una película que relata años de juventud del lingüista inglés John Ronald Reuel Tolkien (interpretado por Nicholas Hoult), quien escribió “El señor de los anillos”, la novela más importante del siglo XX. Completan el elenco Lilly Collins, Colm Meaney, Patrick Gibson, Anthony Boyle, Tom Glyn Carney y Derek Jacobi. Todos ellos dirigidos por Dome Karukoski, de larga trayectoria en el cine finlandés, aunque desconocido en nuestro país.
La historia alterna entre un presente en las trincheras durante la Primera Guerra Mundial y una serie de flashbacks, en los que vemos diferentes pasajes de la infancia, adolescencia y juventud de este talentoso escritor. Con un relato que recuerda a la obra de Charles Dickens, porque trata temas como la pobreza y la orfandad, aunque en la Inglaterra de comienzos del siglo XX. Pero del que conocemos de antemano su final feliz, porque su obra literaria es mundialmente conocida.
Uno de los problemas que hace que esta película no funcione del todo es por esta estructura narrativa conocida como in medias res, que sí lo hace en otro tipo de películas biográficas, como Forrest Gump, porque éste es un personaje ficticio y se busca sorprender al espectador al vincularlo con los acontecimientos históricos. Pero en este caso, al no respetar la linealidad del relato no se genera un in crescendo dramático restándole fuerza a los giros en la trama motivados por los acontecimientos de su vida. Y esto trae como consecuencia. Yel segundo gran problema es la dispersión de los temas, pasando arbitrariamente de su historia de amor con su futura esposa, la camaradería de este grupo de estudiantes con talento para el arte que recuerda a La sociedad de los poetas muertos, su enorme talento para la lingüística o las fuentes de inspiración de donde salió este universo fantástico al que llamó la Tierra Media.
Pero tiene también algo positivo, como es la fotografía de Lasse Frank Johanessen, que en esos paisajes como la colorida campiña inglesa o en la monocromática trinchera de la guerra dan a entender al espectador cual fue la fuente de inspiración para su obra. Algo que también queda claro en las imágenes surrealistas en las que la cámara adopta el punto de vista de su protagonista. Y todo esto viene acompañado de la belleza de la música de Thomas Newman, del mismo estilo que las compuestas por Howard Shore para las adaptaciones cinematográficas de la obra de dicho escritor.
En conclusión, Tolkien es una película que desaprovecha el enorme potencial con el que cuenta, porque busca abarcar demasiados temas sin profundizar ninguno. Por eso será recordada por la belleza de algunas de sus imágenes, pero sueltas, y no formando parte de un todo, lo que la hubiera convertido en una obra maestra.