Una chica contra todos
Se reinicia la vida cinematográfica de Lara Croft y el encargado a llevar a cabo esta nueva entrega es Roar Uthaug (La última ola). Ya quedaron atrás las dos representaciones donde Angelina Jolie protagonizaba la saga. Ahora quien se pone en la piel de Lara es ni más ni menos que Alicia Vikander (ganadora al Oscar por La chica danesa).
El film narra la vida de una joven y principiante Lara Croft. Allí podemos ver desde su precario trabajo y su esfuerzo físico -haciendo king boxing-, hasta ponerse su típica indumentaria en búsqueda de misterios arqueológicos. Como otras veces, ella cree que su padre Richard Croft (Dominic West) aún vive y por eso decide buscarlo después de que hayan pasado 7 años.
El largometraje se divide claramente en dos partes, lo que genera un cambio brusco. En la primera mitad podemos apreciar una parte más íntima y cotidiana de la protagonista. Mientras que en la segunda, el director se mete de lleno en el objetivo principal (encontrar al padre y evitar que roben la tumba de Himiko).
La fotografía logra asemejarse a un videojuego, por lo que podría ser tranquilamente parte de los 10 que tiene Tomb Raider en su historia. Las persecuciones y situaciones de peligro están muy bien logradas, logran tensionar el ambiente. Aunque -cabe destacar- abusa de la caída hacia cualquier tipo de precipicio. Todo el tiempo vemos a la protagonista colgada de un brazo y con el tiempo pierde intensidad.
Las actuaciones en general son aceptables, aunque Alicia Vikander se destaca sobre el resto. Se la nota realmente compenetrada con el personaje, lo cual lo hace creíble. Además, -dato de color- la actriz se entrenó para poder realizar las acrobacias ella misma y de esta forma ser más ajustada a la heroína de los videojuegos.
Es un acierto el desarrollo del personaje principal, ya que demuestra el poder femenino, la fuerza e inteligencia. La trama cierra a la perfección, dejando lugar a una futura película para que podamos seguir experimentando el mundo cinematográfico de Lara Croft.