Mito y realidad
El éxito del video juego de aventuras británico Lara Croft: Tom Raider desde su lanzamiento en 1993 condujo a la expansión de su franquicia, que llegó al cine de la mano del director de films de acción Simon West en 2001 protagonizado por Angelina Jolie y su padre Jon Voight. Esta saga continuó con Lara Croft Tomb Raider: The Cradle of Life en 2003 con la dirección de Jan de Bond, responsable de films de gran éxito como Máxima Velocidad (Speed, 1994) o Tornado (Twister, 1996). El personaje de Lara Croft regresa ahora en Tomb Raider (2018) a secas, interpretado por la actriz sueca Alicia Vikander.
Aquí la joven encarna a la hija de Lord Richard Croft (Dominic West), un acaudalado aristócrata inglés dueño de Croft Holdings, un conglomerado corporativo poseedor de una vasta cantidad de empresas. Ante la desaparición de su padre en medio de la búsqueda de la tumba de una antigua leyenda japonesa en una isla del mar de Japón, Lara escapa de su mansión y su vida de lujo para trabajar de repartidora en bicicleta y practicar lucha en un club de Londres. Al meterse en problemas en un juego para conseguir dinero, Ana Miller (Kristin Scott Thomas), una miembro de la junta directiva del Holding la saca de aprietos y le recuerda que debe firmar los papeles de sucesión para heredar la empresa y los activos de su padre desaparecido, presumiblemente muerto según las autoridades de Japón. Lara encuentra un Koyosegi, un rompecabezas japonés, mezcla de arte e ingeniería, como testamento que la conduce hacía la revelación de que su padre buscaba la tumba de Himiko, una reina sacerdotisa cuyas leyendas y mitos son motivo de controversia para los historiadores japoneses aún hoy. Lara decide salir en busca de su padre a pesar de las indicaciones recibidas de destruir toda investigación sobre Himiko. Pero el padre de Lara también había descubierto a una organización, Trinity, que lo vigilaba para utilizar sus averiguaciones con el fin de intentar apoderarse de los poderes de Himiko para controlar el mundo a partir de la apropiación de los atributos sobrenaturales de la sacerdotisa.
La elección de Alicia Vikander como Lara Croft, aunque polémica, funciona, tal vez por esa misma razón, ya que el film no se centra solo en la acción sino en las caracterizaciones de los personajes, especialmente en la primera mitad, para pasar después a la acción y a la aventura como ejes del camino de descubrimiento de la heroína. De esta forma el film avanza con una historia en principio creíble, con un villano que resulta ser un empleado psicópata enloquecido por la búsqueda, pero de a poco va perdiendo fuerza y frescura y cayendo en escenas de acción espectaculares que permiten que se luzca el departamento artístico y que el director construya muy buenas escenas catástrofe y efectos especiales acordes a la propuesta. El film del realizador noruego Roar Uthaug, director de La Última Ola (Bølgen, 2015) construye a partir del guion de Alastair Siddons y Geneva Robertson-Dworet un relato que mezcla el tono aventurero de desciframiento de acertijos mitológicos e históricos a través del estudio antropológico popularizado en la saga de Indiana Jones, el personaje de George Lucas y Philip Kaufman llevado al cine por Steven Spielberg, con la temática del justiciero millonario al estilo de Batman, el joven acaudalado que decide vivir una vida de aventuras y utiliza su dinero para combatir el mal, y con el típico combate del antihéroe solitario -el outsider- contra las corporaciones, como una combinación para los fanáticos del videojuego y los inconformistas del consumo juvenil.
Tom Raider construye así una trama que se va complejizando con una historia que se revela como las pistas del videojuego al que emula, utilizando los típicos chistes del género de aventuras contemporáneo, que no cuajan con el relato, para intentar darle frescura -en este caso con resultados contradictorios- a un opus en el que Uthaug logra imponerle su sello catástrofe a una saga que busca su secuela desesperadamente para desarrollar al personaje.