Algún mal pensado querrá creer que la última película de Brad Bird es sólo un ardid publicitario para atraer al público a una de las atracciones menos visitadas de Disneyworld. Algo similar a lo ocurrido con la saga de “Piratas del Caribe”, destinada a acumular millones y millones de dólares.
El director de maravillas como “El Gigante de Hierro” (The Iron Giant, 1999), “Los Increíbles” (The Incredibles, 2004) y “Ratatouille” (2007) es un soñador y un optimista que, a pesar de todo, mantiene la esperanza en el futuro que le depara a este planeta en manos de la raza humana. Algo bastante parecido (y diferente) a lo planteado por Christopher Nolan en “Interestelar” (Interstellar, 2014), pero con menos agujeros de gusano y más fantasía retro-futurista.
Con “Tomorrowland” Bird se pone nostálgico y rescata esas típicas aventuras familiares que engalanaron la década del ochenta y se convirtieron en clásicos instantáneos. Films disfrutables por chicos y grandes, con un poquito de moraleja, pero también con bastante ironía acumulada.
Desde los títulos, la película nos invita a dejar volar nuestra imaginación y a sumergirnos en una historia cargada de misterios y ciencia ficción. Frank Walker (George Clooney), chico prodigio e inventor, supo cumplir algunos de sus sueños de la niñez, pero con el tiempo las desilusiones le ganaron de mano convirtiéndolo en un cínico taciturno cuya ermitaña existencia va a chocar con la curiosidad científica, el intelecto y el optimismo de la adolescente Casey Newton (Britt Robertson).
Con la ayuda de una extraña jovencita conocida como Athena (Raffey Cassidy), los dos deberán sortear unas cuantas amenazas (robots asesinos incluidos) e intentar arribar a Tomorrowland, un enigmático lugar perdido en una dimensión paralela que podría cambiar para siempre el destino de la raza humana.
Tomorrowland, el lugar, no la película, es una hermosa utopía retro-futurista construida gracias al aporte de científicos, artistas, inventores… en una palabra, soñadores que, desde hace décadas, trabajan en conjunto para mejorar nuestro planeta. Un refugio idílico en caso de emergencia, destinado a salvar a la humanidad cuando el momento lo amerite. La cuenta regresiva ya está en marcha y dependerá de la astucia de Casey y los conocimientos de Frank intentar ponerle un freno a algo que parece inevitable.
Visualmente fascinante y entretenida, “Tomorrowland” se balancea entre el humor, la acción y complicadas teorías científicas cortesía de su coguionista Damon Lindelof (co-creador de “Lost”) que acá, tampoco puede evitar impregnar la historia con algunas extrañas conspiraciones y vueltas de tuerca que podrían llegar a marear al espectador desprevenido.
Sorteando estos pequeños obstáculos y un final digno del Disney más empalagoso, que igual no llegan a deslucir una gran trama de fondo y personajes con los que enseguida podemos identificarnos, hay que aplaudir la valentía (y destrezas) de Bird y Lindelof que se animan a contar una historia original y diferente en esta época plagada de secuelas, remakes y adaptaciones. “Tomorrowland” se destaca, tal vez, más por lo visual que lo narrativo, pero el combo fantasía/ciencia ficción/diversión/moraleja sigue siendo una buena propuesta para disfrutar en familia o con amigos.