Secuela aún peor que el original
Igual que el primer film de hace dos décadas (aunque si se lo piensa bien, un poco menos) detrás de la imbecilidad general, que de cualquier modo es punto central en este asunto, hay algunos gags que realmente hacen reír, a lo que hay que sumar una tendencia irremediable a hacer chistes con las cosas más espantosas, feas, tonta y malas que se les pueden ocurrir a los hermanos Farrelly.
Todo esto no sería nada malo, excepto por algunos puntos. La verdad, no hay tantos buenos chistes como antes, ni tampoco hay manera de no darse cuenta de que ésta es una de las más postergadas secuelas de todos los tiempos (y más vale olvidar que hubo una precuela con otros actores, aunque de todos modos nadie se acuerda de ese film). Al mismo tiempo, lo cierto es que todo aquel que a partir de "Tonto y Retonto" odió para siempre el histrionismo hiperexagerado de Jim Carrey, lo odió un poco más a partir de títulos serios como "The Truman Show", y sin duda no lo sorprenderá saber que, convertido en todo un actor dramático, finalmente tuvo que aceptar a volver a encarnar al tonto original.
Igual, Jeff Daniels siempre sostuvo los chistes más imposibles e impresentables (de ahí que seguro le paguen menos) y tampoco se puede dudar de la capacidad de Carrey para ser un tonto o retonto, o lo que sea, sempre que sea en esa dirección y no en los múltiples intentos por convertirlo en intérprete de asuntos más serios e, incluso, cuasi intelectuales.
Al menos esta comedia boba y un poco forzada incluye estupideces al por mayor, e incorrecciones políticas de todo tipo y calibre, empezando por la mascota (escena casi zoofílica de la que mejor ni hablar) de Retonto, y la hija desconocida que le debería donar un riñón al otro colega.