Zonceras con arrugas
La secuela de Tonto y retonto trajo de regreso los mismos personajes y los mismos chistes. El paso del tiempo se hace notar en los protagonistas.
¿Dos décadas es mucho tiempo? Aunque es probable que la respuesta más adecuada sea “depende para qué”, particularmente en el caso de la segunda entrega de Tonto y retonto vale decir que semejante lapso temporal se hace notar. Esa cantidad de años pasaron para que el público pueda volver a presenciar las estupideces que Jim Carrey y Jeff Daniels despliegan con sus personajes de Lloyd y Harry, esos tipos absurdos y bizarros que a mediados de los '90 hicieron despanzurrar de risa a los adolescentes y jóvenes.
Y si bien la apuesta de los hermanos Farrelly y de los propios actores era arriesgada en función del tiempo transcurrido, puede decirse que el resultado no está mal. Después del desopilante comienzo que puede verse en el tráiler promocional, en el que Lloyd termina con una jodita que duró esos 20 años, el dúo emprende nuevamente viaje por los caminos para dar con una hija de Harry, quien debería ser la solución a un problema que tiene este último, sin ahondar en demasiados detalles.
Como en la primera entrega, esto es la excusa para el inicio de una road movie en la que se desarrolla una sucesión de confusiones, que incluye trama criminal, los esperados gags físicos, el humor escatológico que hizo famosa a su antecesora y las morisquetas faciales de Carrey. Obviamente hay muchos anclajes con la parte inicial, al punto de que a lo largo de la película van apareciendo viejos personajes, y alguna que otra sorpresita (hay que prestar atención a los cameos).
Lo mismo sirve. Sin el efecto sorpresa, lo que ofrece esta secuela es una historia similar, los mismos personajes, los mismos chistes y el mismo humor, y aun así la cosa funciona. El espectador que se cansó de ver por los canales de cable la primera entrega, en varios tramos de la cinta sabrá de manera precisa cuál es el golpe que se viene, la respuesta que sigue o el final de la escena. Pero también, de manera inevitable, la carcajada saldrá espontánea, y en definitiva ese es el trabajo que debe realizar una comedia.
Tanto Carrey como Daniels demuestran lo bien que se desenvuelven en esto, y logran darle frescura a personajes que todo el mundo vio y conoce, lo cual es decir demasiado. Las caras de pavo, si se hacen bien, son efectivas de joven o de jovato (no hay que olvidar que el primero tiene 52 años y al segundo le falta una velita para los 60).
Tonto y retonto 2 tiene algunos altibajos, sobre todo en el encadenamiento del humor, pero a diferencia de continuaciones que resultaron un completo desastre, en este caso dejará conformes a los que rogaban por el regreso de estos dos inadaptados. Claro, no se acerca a la primera. La primera no podrá superarse.