Tonto y retonto 2

Crítica de Felipe Quiroga - CiNerd

PENSAR EN NADA

Una secuela de TONTO Y RETONTO (DUMB AND DUMBER, 1994) no sonaba como una buena idea. Teniendo en cuenta los últimos films de los directores responsables, los hermanos Farrelly, lo más sensato parecía ser prepararse para lo peor. Pero incluso después de eso y de ver las primeras fotos del rodaje, que permitieron comprobar el arrugado estado de los protagonistas, había algo que todavía nos hacía tener ganas de ver una continuación. El cariño que todos le tenemos a la original era y siempre fue el principal factor que le aseguraba espectadores a la segunda parte, pero tal vez había algo de morbo o de una especie de sentimiento compartido de custodia o de defensa sobre unos personajes, chistes y situaciones que el público hizo suyos: ahí estaba el deseo de confirmar si el mismo tipo de humor funcionaría dos décadas después y de comprobar si la química entre Jim Carrey y Jeff Daniels seguía intacta. ¿Y saben qué? No hay nada que temer. TONTO Y RETONTO 2 (DUMB AND DUMBER TO, 2014) no llega a ponerse a la altura de la primera (en el fondo sabíamos que nunca lo lograría), pero al menos no es tan mala como podría haber sido y mucho menos si uno tiene en claro qué es lo que fue a ver.
En esta nueva aventura de Lloyd (Carrey) y Harry (Daniels), que salen a la ruta para encontrar a la hija del segundo, hay bastantes referencias al primer film, como era de esperar: muchos chistes se complementan con lo sucedido en el pasado, como boomerangs que hubieran estado girando de regreso durante 20 años, dándole un nuevo sentido a eso del timing humorístico. Y aunque los Farrelly repiten momentos y situaciones, muchas veces se preocupan por ir un poco más allá y retorcer algunos gags aunque sea media vuelta más con tal de no entregar dos veces la misma película, como fue el caso de ¿QUÉ PASÓ AYER? (THE HANGOVER, 2009) y su secuela. A 20 años, el impacto del humor irreverente y escatológico de los Farrelly tal vez no sea el mismo, pero Lloyd y Harry lograrán sacarle al menos una risa hasta al espectador más exigente. Quizás, y sólo por esta vez, lo mejor sea homenajear a este par de tontos y mirar a la pantalla pensando en nada. Ellos se lo merecen.