Es difícil dejar de estar agradecido con alguien que nos ha hecho reír, y es por esa relación con su público que “Tonto y Retonto” se ha convertido en un entrañable clásico con la cualidad de provocar un dejo de nostalgia a pesar de ser, antes que nada, una película algo grotesca y de mal gusto.
Hay películas que funcionan en nuestras mentes como memorias que uno tiene. Películas que uno vio tantas veces que podés recordar donde y cuando la viste aquella vez que notaste algo nuevo en aquella escena, como si hubieras descubierto una nueva línea en la piel de una cara familiar, sin saber si es que nunca la notaste pero siempre estuvo ahí o si ahora que amas aún más a esa persona también aprendiste a mirarla mejor. Estas películas son tan cercanas a uno mismo que cuando sea que se las encuentra en la televisión no se necesita estar de humor para verlas: ya tienen un humor destinado en tu cabeza. Constituyen una parte de cómo vas a ver todas las películas que le sigan, como si se adoptara un nuevo parámetro de medición que va a determinar ese canon involuntario y personal con el que se empieza a reconocer categorías enteras de películas por medio de asociaciones que solo tienen significado para uno. Cuando se tratan de comedias, estas pueden servir para proveernos de la forma y el contorno del absurdo, para así saber cómo reírte de vos mismo cuando estás bajo, porque cuando algunos eventos de tu vida resulten demasiado grotescos para compartir con otra persona, siempre van a ser bien recibidos por la película. Pero la diferencia entre recordar un sentimiento, que no podés volver a traer más que en la memoria, y una película es que a esta podés repetirla una y otra vez. Solo si no fuera porque este es un tiempo donde solo paga lo novedoso y la repetición es pérdida, cuando la industria insiste en hacer secuelas de películas que por sí mismas no merecen ser vistas más de una vez. Quizás esto nos conduzca a olvidarnos de ese hecho aún más rápido y en el camino nos convierta en seguidores involuntarios de una franquicia, una marca. Mientras tanto, aquello que era de unos pocos ahora es de todos, porque sí, los cultos perdieron su exclusividad, ahora somos seguidores sin quererlo, alienados en una demográfica innombrable.
Como una extensión del clásico, “Tonto y Retonto 2” no hace daño a la primera película. Jeff Daniels y Jim Carrey vuelven a sus roles de Harry y Lloyd después de grandes papeles dramáticos y algunos traspiés en comedias pasadas de moda en el caso de Jim Carrey, y después de pasar por el cine independiente, dramas y un Emmy por su actuación en The Newsroom para Jeff Daniels. Mientras que de los hermanos Farrelly se puede decir que nunca volvieron a capturar el Zeitgeist de la comedia como lo habían hecho a finales de los ’90 con “Loco por Mary”, que después paso a manos de las películas de Ben Stiller/Hermanos Wilson/Vince Vaughn, la primera era del “Frat Pack”, y después por la segunda parte de este: Will Ferrell/Adam McKay/Steve Carrell/Paul Rudd, y que hoy es capturado una vez más por Seth Rogen/Evan Goldberg/Jonah Hill/James Franco.
Los Hermanos Farrelly tienen una gracia habitual y es la de hacer confundir la estupidez por inteligencia, y esto funciona como un guiño al público: hace más liviana la culpa que uno siente al reírse de un chiste idiota. Así es como se construye el chiste más prolongado y que en total acumula más remates, quizás el chiste de mayor calidad: las escenas donde Harry es confundido por un científico renombrado durante una conferencia tipo TED Talk y lo convocan a formar parte del jurado, dando lugar a que tras semejante presentación, cada comentario y anormalidad en Harry parecen las excentricidades de un genio, y cada pregunta estúpida que hace es tomada por el público como sarcasmo, lo que es una forma de hacer un chiste sobre el humor pretencioso que es habitual en estas charlas, aunque tal vez señale mejor a sus reidores.
Pero no todo está dentro de esta clave humorística, la mayor parte es el humor de mal gusto característico en los Farrelly. En el mejor de los casos se podría decir que el plot de esta película se ríe de lo ridículo del plot de la primera, aunque sacrificando su propia originalidad en el intento. En el peor de los casos –y quizá este sea el verdadero- la película es solo un conjunto de gags que van a provocar alguna risa en el publico pero que finalmente no se acumulan en un todo efectivo.
Cuando pedimos por “Tonto y Retonto 2”, como cuando pedimos por una nueva “The Big Lebowski” o por lo menos un spin-off, no sabemos lo que pedimos, y así nuestro instinto básico de querer más de aquello que nos gustó la primera vez nos traiciona: nos dieron más de lo mismo. ¿Satisfecho?