Joseph Kosinsky pareciera un abonado a abordar secuelas que restituyan al tiempo actual el encanto de clásicos hollywoodenses de la década del ’80. Algo que la meca del cine, por otra parte, parece no desdeñar, si cotejamos el reciente estreno de sendas nuevas entregas de “Cazafantasmas” o “Coming to America”, por ejemplo. Kosinsky fue el encargado de dirigir “Tron: Legacy” (2010), y su buena mano para el cine de ciencia ficción se observó en “Oblivion” (2013) junto a Tom Cruise. Casi una década después, vuelve a reunirse con la mega estrella del cine comercial para consumar un proyecto postergado durante varios años: insuflar de vida a aquel clásico gestado por el fallecido Tony Scott, maestro artesano del cine de acción, en 1986, a quien el film recuerda en in memoriam.
Pensar en películas de aviones de combate, como elemento preponderante que se convierte en un subgénero con identidad propia, trae a nuestra memoria títulos como “Firefox” (1982), de Clint Eastwood, o incluso “Águilas de Acero” (1986, Sidney Furie), cuya suerte en taquilla se resintió debido a su cercano estreno con la original “Top Gun”, una obra destinada a incidir en la cultura y las modas imperantes de su tiempo. Treinta y seis años después, desempolvamos viejas estanterías de videoclub en VHS para constatar que Cruise continúa siendo el rey de Hollywood y su encanto imán no posee fecha de caducidad. Se encumbra, el gran Tom, como la cara de esos valores americanos tan intrínsecos. Es el rostro taquillero indiscutible de un tanque comercial sin parangón. Y, por si fuera poco, se codea de tú a tú con treintañeros a quienes está dispuesto a hacer pasar vergüenza. La moto cruza de la lado a lado la pantalla, el viento es una ráfaga en la cara pero el galán ni se despeina. Más acelera. ¿Canchero, yo? !Es injusto lo bien que te ha tratado el tiempo!
Visionando «Top Gun: Maverick», comprendemos el poderío del simbolismo militar: el avión es un sinónimo de dominancia, y la icónica idea ochentera de lo que representa ser un hombre de acción conforma los valores esenciales de un film que marcó generaciones. Un eco que llega hasta la siguiente década, en títulos como “La Roca” (1998), dirigida por el siempre espectacularmente vulgar Michael Bay. De la versión original de “Top Gun” se recuerda, entre otras virtudes, la participación de Iceman, personaje que representara la estelar consagración de Val Kilmer, reapareciendo en la presente secuela bajo circunstancias que trazan un oscuro paralelo con la vida real; francamente cuestionable en el buen gusto de tal elección argumental, dada la afección de salud que atraviesa el citado Kilmer. Un nudo en la garganta, literal.
“Top Gun: Maverick” prosigue un modelo de cine en donde el impacto visual posee una veracidad artesanal en cada fotograma. Casi no hay rastros de CGI y sabemos que Tom Cruise no usa dobles, dispuesto a arriesgar su vida en improbables piruetas en el aire, mostrando un arrojo intacto que remite a recientes riesgos tomados en sets de la saga “Misión Imposible”. Corre, transpira, se ensucia. Está en su hábitat. Así, entre postales vintage de colores pastel, rondas de bar amenizadas con billar y música bien ochentera, la forma audiovisual encuentra su cauce emocional: Cruise es el centro convergente del relato por absoluto carisma; un piloto de pruebas imbatible, de carácter impetuoso y desbordante de intensidad. «Maverick» significa inconformista o disidente, adjetivación que pinta de cuerpo entero su obrar. La película explota el fondo dramático, entre misiones suicidas (a pestañear, si sufrís de vértigo) y un aire romántico que se refuerza gracias a la inclusión del personaje interpretado por la imperecedera Jennifer Connelly. Nos preguntamos dónde quedó la carrera de Meg Ryan.
Entre el cielo y la tierra se desata una incesante acción, en la intención de ser consumida en estándar IMAX inmersivo. Kosinsky se consolida como un director con mayúsculas y el factor de escapismo primará a la hora de apreciar en la gran pantalla a una de las más grandes películas de acción que Hollywood haya consumado en la última década. Díganme si no lo esperaban…¡bendito deus ex-machina! El salvataje de último minuto vino por triplicado, alerta spoiler. ¿Qué tan alerta? Si Tom es imbatible.