“Es hora de olvidar el pasado”, escribe Iceman (Val Kilmer) en su computadora tras enfrentar a Pete “Maverick” Mitchell por algunos roces surgidos en Top Gun, la escuela de élite de aviadores que dirige. Iceman se encuentra atravesando, una vez más, una dura enfermedad, pero sigue apostando a que su amigo de toda la vida pueda encontrar su destino.
“Top Gun Maverick”, más allá de las trepidantes y potentes escenas de acción, de vuelo, de caza, persecución y lucha, es una película sobre el pasado que se escapó de las manos de Tom Cruise, un hombre que intenta aferrarse a algo que ya no existe, un star system y una manera de hacer cine que, en tiempos de plataformas, superhéroes y tik tok, donde la prisa y la resolución exigen cambios, responde más a una estructura clásica de narrar que a algo novedoso.
No hace falta tampoco que el espectador haya visto la predecesora, porque “Top Gun Maverick” se encarga de traer cada una de las escenas necesarias para que no se pierda detalle de aquello que acontece en el presente, 36 años después, de la vida de estos personajes.
Sintetizadores y planos de ocasos mediante, el arranque desorienta al que sí vio la primera entrega, no se sabe si estamos ante la proyección de la original o una nueva versión, porque casi calcadas imágenes ubican la acción en esa escuela de élite y el gigantesco porta aviones que será un protagonista más de la historia.
A Maverick (y a Tom Cruise también) no le pasó el tiempo: su fresca rebeldía está intacta. Claro está, hasta que el grupo de nuevos pilotos lo tilde de “abuelo”, antes que sepan que será el nuevo instructor de todos.
Algo similar pasaba en la original, en donde Maverick se pavoneaba con Charlie (Kelly McGillis, ausente en esta oportunidad) y luego se enteraba que iba a ser la instructora por meses en la prestigiosa academia.
Ray Ban’s de por medio, arriba de la moto, en la playa, luciendo su cuerpo sexagenario ante veinte y treintis en un partido de futbol americano para unificar al equipo, Cruise cuenta esta historia para sí mismo, para asegurarse que sigue siendo el número uno de Hollywood, pese a que los proyectos previos no le dieran la razón.
¿Será por eso que decidió volver con esta propuesta retro? ¿O que su próxima película sea una nueva entrega de Misión Imposible?
Hay una moraleja que tiene que ver con el destino y con jóvenes necesitando a sus predecesores para sobrevivir, subrayada ésta última hipótesis en el vínculo contradictorio con Bradley “Rooster” Bradshaw (Miles Teller), hijo de su amigo “Goose”, a quien quería dejar fuera de la actividad, pero termina entendiendo que no se puede luchar contra la pasión.
“Top Gun Maverick” cumple con todo lo que se presume debía cumplir, pero deja la fuerte incógnita sobre la industria audiovisual comercial norteamericana, un segmento productivo que continúa exigiendo la juventud como valor y ética, dejando afuera, la posibilidad de mostrar de manera natural a sus hacedores y protagonistas.