Ataque ochentoso de alto vuelo Luego del éxito comercial que significió el re-estrteno en digital de "Back to future", Sir Chandler y Cines Argentinos se ponen a la cabeza de la llegada a nuestras salas de otro recuerdo ochentoso de fuste. Un film que marcó una época dentro del cine de acción de su tiempo, sin dudas. De forma limitada (y seguramente por poco tiempo), tendremos la posibilidad de volver a ver "Top Gun", clásico de Tony Scott de 1986, en pantalla grande. Para los que no pudieron verla en su momento en ese formato, el film tiene mucha historia detrás que justifica el precio de la entrada, incluso hoy. Pocas cintas en aquellos días pudieron recaudar la cifra descomunal que esta película registró en el box office (piensen que no había internet!!!). Globalmente, se estimó una suma superior a los 353 millones de dólares, sin contar, ventas de VHS (donde rompió récords en pre-order sell que creo aún no fueron superados), DVDs posteriores y vinilos, cassettes o CD con la popular banda de sonido respectiva. No hablo por supuesto de los Blue-Ray que este año salieron en conmemoración a su 25to aniversario... "Top Gun" fue, sin dudas, un hito cinematográfico de calidad discutible, pero de enorme llegada comercial. No fue casualidad. Producida por dos de los más taquilleros talentos de la industria, Don Simpson y Jerry Bruckheimer, ellos tenían claro que buscaban en este proyecto. Luego de facturar a morir con hits importantes a principios de la década ("Flashdance", por ejemplo), buscaban hacer un film de aventuras con romance que los posicionara como monstruos del negocio. Así fue que convocaron a Jim Cash y Jack Epps para que hicieran el guión de una película de pilotos y aviones "que fuera original y llamativa". Estos sujetos, luego de una corta investigación (se dice que husmearon hábitos y códigos de los aviadores en la base aérea de San Diego), presentaron un esbozo de guión. Apenas... 80 páginas. Cuando un libreto lógico habla de unas 120. O sea, la historia era absolutamente básica. Eso de alguna manera definió la línea de trabajo elegida: "Reto a la gloria" (así se subtituló aquí), tuvo una historia esquemática, pobre y superficial. Los personajes estaban apenas dibujados y sólo había un atisbo de nudo argumental perqueñado para el lucimiento físico de la pareja principal, conformada por el entonces ascendente Tom Cruise y la blonda Kelly McGills. Un piloto con condiciones entra a una fuerza especial de seguridad y debe estudiar duro en la Academia respectiva para graduarse y operar peligrosas misiones, "Maverick" (apodo militar) arrastra algunos problemas personales serios y encima se le da por involucrarse afectivamente con su profesora, Charlie (nombre de varón!), quien entiende de su talento pero también de su falta de disciplina y carácter volátil. Habrá entonces algunas misiones peligrosas, amigos amables y rivales limitados que atravesarán las escenas sin mayor rumbo..., pero nada de eso importará demasiado (incluso las actuaciones de la dulce Meg Ryan de esos días y la sobriedad de Val Kilmer como "Ice", colega de la fuerza). La trama, es una anécdota. Lo poderoso en "Top Gun" es la imagen y el sonido. Aquí, la forma importa más que el contenido. Esta película ostenta brillante fotografía (que le da un impacto visual particular para su época), voltaje erótico contenido (la pareja tenía una química explosiva), tremenda selección de éxitos en su banda sonora (¿hace falta hablar de ella?) y una presencia icónica naciente que deja huella (si no vean las fotos actuales de los dos protagonistas y después díganme!)... Tom Cruise. El venía de algunos éxitos ("Risky business"), pero aquí cobrará real estatura de sex-symbol. Su plana actuación es sorprendente. Importa? Naaaa! Joven, carismático, decidido... Cruise era todo lo que los ochenta pedían de una estrella: arrogancia y convicción en dosis iguales. Tanta fue su llegada al público que en algunos cines americanos se abrieron mesas para enrolarse en la aviación, la captación de voluntarios fue intensa en los días post-estreno en EEUU, muchos se unían a la fuerza para emular la popularidad que emanaba de tamaña estrella... Es cierto que la película ofrece (incluso hoy en día) un extraño cóctel de acción matizado con romance, pero lo que se discutió mucho en esa época era el fuerte mensaje nacionalista que atravesó la era Reagan. "Top Gun" forma parte de alguna manera de ese ideario, por lo que Cruise luego buscaría redimirse y enviar un mensaje contrario a este rol al rodar "Nacido el 4 de julio", como manera de despegarse de la severa observación de los medios por su subliminal línea de apoyo al gobierno de turno. ¿Por qué entonces tanto revuelo con su regreso, 25 años después? A los ochentosos nos gusta revivir aquellas películas que se han transformado en objeto de culto en nuestras vidas. Esta, como muchas otras, ha sido vista infinidad de veces por los cinéfilos de esa generación, quienes la veneran, como un suceso social que consagra un modelo de éxito típico de esa época. Es, una propuesta simple y directa en que la fotografía y el sonido inyectan adrenalina en las venas de los espectadores como nunca antes visto en una cinta de este tipo... Yo voy a ir, desde ya. No recuerdo que me atrapara la temática bélica, ni el romance en particular en aquellos días de 1986... (aunque esos besos profundos en la playa, en la escena en que Cruise y McGills se matan con "Take my breath away" de Berlin...!!!) Si me atrae la idea de compartir butaca con gente que vivió sensaciones similares. Esa es mi motivación para dejar de ver mi gastada cinta en VHS de "Top Gun" y sacar mi entrada (en boleterías virtuales, para hacer bien el contraste!), para semajente festín tribal. Dejamos la ropa de crítico y somos público enfervorizado, sencillamente. Celebremos entonces, la magia del digital, que nos sirve como excusa para invadir los cines y atrasar el reloj por un rato para reencontrarnos con esas perdidas representaciones que se encuentran en lo profundo de nuestro inconciente colectivo...
“Joven: si tienes entre 18 y 25 años…” Vista en retrospectiva se puede concluir sin faltar a la verdad que una película como Top Gun: Reto a la Gloria causó más daños que beneficios en términos puramente cinematográficos. Comercialmente nadie osaría rebatirle su bien ganado cetro de campeona de la taquilla: en 1986 lideró el Box Office superando por muy poco a una tapada como Cocodrilo Dundee. Nada raro, por otra parte, viniendo del exitoso tándem de productores integrado por Don Simpson y Jerry Bruckheimer que ya había acertado dos plenos con Flashdance y Un detective suelto en Hollywood. Top Gun: Reto a la Gloria tuvo un presupuesto de 15 millones de dólares logrando recaudar solamente en territorio estadounidense unos 176 millones sin contar los ingresos por la venta del filme al mercado del video y la televisión. Una cifra apabullante, impresionante. La elección del británico Tony Scott como director del proyecto fue la clave para que se convierta en un relato de acción predominantemente visual que influyó notoriamente en la industria de Hollywood. Recordemos que Tony era un veterano del spot publicitario tal como lo había sido su por entonces más famoso y prestigioso hermano Ridley allá por los ‘70s. El estilo para encuadrar, iluminar y editar de los hermanos estaba tan asociado con la estética de la publicidad que prácticamente revolucionaron el medio en unos pocos años. Otros artesanos ingleses cuyo oficio les delataba su origen publicitario son Adrian Lyne (Flashdance) y Alan Parker. De todos ellos el más pirotécnico ha sido Tony Scott: Un detective suelto en Hollywood 2, Días de truenos, El último boy scout, Escape salvaje, Marea roja, Enemigo público, Juego de espías, Hombre en llamas, Dominó, Deja vu e Imparable hablan por sí solas… La puesta cuidada al detalle, la sucesión de planos montados a un ritmo vertiginoso, la profusión de filtros de todo tipo y la mala costumbre de no dejar quieta la cámara ni por un segundo inspiró a una cierta cantidad de jóvenes “talentos” con el lamentable Michael Bay a la cabeza. Un legado que no esperen que agradezca porque va en contra de todas mis creencias de lo que debe ser una historia bien narrada. Esta gente literalmente inventó el cine clipero con todos su vicios y (escasas) virtudes. Los hijos dilectos de la MTv habían llegado para quedarse… Pero el análisis de Top Gun: Reto a la Gloria no puede terminar ahí dado que existen muchos otros factores que la complejizan pese a su falsa fachada de producto simplón y fácilmente digerible. La película no oculta sus intenciones panegíricas para con la Fuerza Aérea de su país en un momento clave de la política reaganiana (últimos años de la antinomia con la Unión Soviética antes de la Perestroika y el cese de la Guerra Fría). Al estudio productor (Paramount Pictures) no le ha temblado el pulso a la hora de ofrecerle al público un ejercicio de propaganda al servicio del Tío Sam con amplias repercusiones hasta el día de hoy. Sepan que Top Gun: Reto a la Gloria ha reclutado más voluntarios para las Fuerzas Armadas que cualquier convocatoria abierta con este fin. De hecho, hasta en la Argentina utilizaban el clásico leit motiv de Harold Faltermeyer como cortina musical mientras la voz del locutor televisivo anunciaba: “Joven: si tienes entre 18 y 25 años alístate…”. No nos engañemos: este es el primer objetivo del filme. El entretenimiento viene a continuación, como por inercia. Es imposible tomarle algo de estima a un producto generado con este propósito. Yo, al menos, confieso no poder hacerlo… Las contradicciones, no obstante, se plantan desafiantes sin temor al que dirán cuando, pese a todo, me veo en la obligación de aceptar que estamos ante uno de los dramas de aventuras más iconográficos de la década del ’80. Uno con el argumento más chauvinista que se recuerde pero también con una serie de referencias a la cultura pop de la época que simplemente no pueden soslayarse. Tom Cruise en su apogeo (¡tenía 23 años!) con el rol que lo consagrara definitivamente. Una Kelly McGillis increíblemente hermosa como el interés romántico de Tom y un elenco secundario que sorprende por la preeminencia de sus nombres: Anthony Edwards, Val Kilmer, Meg Ryan, Adrian Pasdar, Tim Robbins, John Stockwell, Michel Ironside y Tom Skerritt. Y por encima de todo una poderosísima banda de sonido que en mi opinión es infinitamente mejor que la película (si la comparación fuera lícita). El Oscar para la canción “Take my Breath Away” fue tanto un acto de justicia pese a la fuerte competencia de ese año ("Glory of Love" de Karate Kid 2; "Mean Green Mother From Outer Space", de La Tiendita del Horror; "Somewhere Out There", de Faivel, un cuento americano y "Life in a Looking Glass", de Así es la vida) como una consecuencia lógica a la calidad suprema del soundtrack, también producido (¡obviamente!) por Simpson / Bruckheimer que ya habían amasado una fortuna incalculable con el álbum de Flashdance. A 25 años de su estreno mundial Top Gun: Reto a la Gloria regresa a las salas argentinas gracias a la gestión de una web colega enamorada de estas películas retro con las que crecimos toda una generación. Aunque claramente la obra de Tony Scott no alcanza las cimas de Volver al futuro u otros títulos característicos de similar envergadura su reposición en una copia digital de excelente imagen y sonido merece ser apreciada aunque más no sea en honor a la nostalgia. Mientras tanto El Padrino y Caracortada ya se asoman en el horizonte. Ojalá que eventualmente se sumen a la cartelera otros clásicos del cine que muchos deseamos disfrutar en pantalla grande y buena compañía…
La cartelera ofrece la posibilidad de volver a ver, esta vez en formato digital, la película más emblemática de Tony Scott. El mejor Tom Cruise de los ochenta, ese que ya prefiguraba a la mayor estrella de cine del Hollywood de las décadas siguientes, se saca chispas con Kelly McGillis y Val Kilmer, con algunas escenas de una tensión sexual desorbitadas sobre las que ya se han escrito hasta ensayos. Es cierto que todo esto Tony Scott lo hizo muchísimo mejor con Tom Cruise en cuatro ruedas, en la brillante Días de trueno pero, nobleza obliga, Top Gun tiene la invaluable presencia del clásico Take My Breath Away de Berlin. Y, como bien dice Quentin Tarantino, ‘Top Gun tiene el mejor “fuckin’” guión jamás escrito en la historia de Hollywood’.
Estilo de época. Pocas películas exhiben su ADN de blockbuster hollywoodense como Top Gun. Rodada con la colaboración de la Armada de Estados Unidos y estrenada en 1986, marcó el inicio de la sociedad productora Bruckheimer/Simpson y el definitivo ascenso al estrellato de Tom Cruise, el galán juvenil que en ese entonces ya había mostrado sus cualidades en películas como Negocios riesgosos. Fue también el mayor éxito en la carrera del director Tony Scott, quien sólo contaba con una película en su filmografía, la injustamente vapuleada El ansia, cuando su hermano Ridley ya se había despachado con dos obras maestras, Alien y Blade Runner. Es, en definitiva, un clásico de la cultura pop, un ícono a la altura de, por ejemplo, Volver al futuro, otra que fue reestrenada en los últimos meses. A diferencia de aquella, Top Gun no es una obra maestra, pero tiene lo suyo: un elenco sólido (Val Kilmer, Anthony Edwards, Kelly McGillis, Tom Skerrit y Michael Ironside, junto a futuras estrellas como Meg Ryan y Tim Robbins), una banda sonora de lujo típica de la época (Kenny Logins, Berlin, Cheap Trick, Loverboy) y unas espectaculares escenas en el aire. A fin de cuentas, el film de Scott marcó a toda una generación, convirtiéndose en un irresistible objeto de nostalgia. La historia la conocemos de memoria: Pete “Maverick” Mitchell (Cruise) y su compinche Nick “Goose” Brad Shaw (Edwards) llegan a Top Gun, academia que alberga a los mejores pilotos de combate del mundo. Una vez allí Maverick se gana un rival casi tan bueno como él, Tom “Iceman” Kazansky (Kilmer), y se enamora de la instructora Charlotte “Charlie” Blackwood (McGillis). El relato transcurre entre el romance y las competencias de vuelo, hasta que sobre el final llega el verdadero desafío que, como todos sabemos, el protagonista logra sortear con éxito, demostrando así ser el mejor. Más allá de todo esto, qué decir de Tom Cruise, personaje al que, a diferencia de muchos cinéfilos, encuentro fascinante. Para comprender la dimensión que tenía su nombre en la época de Top Gun no puedo evitar referirme a American Psycho, esa endemoniada novela de Bret Easton Ellis sobre los excesos de los años 80 que fue transpuesta al cine por Mary Harron y protagonizada por Christian Bale (por cierto, este mencionó a Cruise como su mayor objeto de inspiración para el papel). Recuerdo especialmente ese episodio del libro en el que Patrick Bateman se cruzaba con la joven estrella en un ascensor y le decía que le había encantado su actuación en “Bartender”, recibiendo una corrección como respuesta: rl nombre de la película era Cocktail. Editada en 1991, la novela de Ellis reconstruyó con un cinismo demoledor la época en que Cruise era Dios, por eso debió incluirlo en su glamoroso museo de íconos. Con su sonrisa ganadora de dientes perfectos y su estampa arrogante, el joven ex seminarista de Syracuse con problemas de dislexia fue el héroe del firmamento hollywoodense en los opulentos Estados Unidos de Reagan y Bush, y Top Gun es la prueba más fehaciente de ello. Los años de gloria de la carrera del actor coincidieron con la última época esplendorosa del imperio americano, en la que ninguna conquista, ni militar ni cultural, parecía imposible. En la recesiva Norteamérica actual, como era de esperarse, su chapa no es la de antaño. Hasta lo tildan de loco por su pertenencia a la bizarra Iglesia de la Cientología. En todo caso, si los tiempos que corren llegaran a sentenciar su ocaso definitivo, no podría existir un final más poético para una estrella tan grande. Y Tom Cruise, indudablemente, lo fue.