Duro de amordazar
Si James Bond amenaza con una inminente aventura número 25, la pregunta sería: ¿Torrente llegará a dicha cifra? Con esta cuarta entrega que incorpora la tecnología en 3D (aunque casi ni se note porque las bondades de la profundidad en este caso no aparecen) Santiago Segura confirma que su creación está más viva que nunca y que con inteligencia y sin traicionar un ápice la esencia de su personaje puede dejar plasmada la enorme crítica sobre el estado socioeconómico actual de España con una catarata de apuntes cómicos dichos a la velocidad de la luz y a un ritmo que no decae ni siquiera en la última parte de la trama, sin dudas la más débil dentro del conjunto.
Como siempre ocurre en este tipo de propuestas, la historia es prácticamente un pretexto en el que se insertan una serie de subtramas explotadas hacia lo desopilante con el ojo siempre atento al guiño cinéfilo. Ya era notorio en su película Obra maestra (a decir verdad dirigida por David Trueba y protagonizada por Santiago Segura) la afición del cineasta por Alfred Hitchcock o el cine de suspense más reconocible. En este caso en particular serán Vértigo y Cabo de miedo uno de los platos fuertes del homenaje que nos tiene preparado Segura y compañía.
Sin embargo, el gran hallazgo lo constituye sin duda el escenario carcelario adonde nuestro antihéroe irá a parar tras ser víctima de una treta (hombre equivocado en el lugar equivocado) y en el que participará de un operativo de fuga durante un partido de fútbol entre reos y funcionarios carcelarios, cuyo equipo está integrado nada menos que por jugadores del Real Madrid como el Kun Agüero y el Pipita Higuain, entre otros, demostrando una vez más Santiago Segura su capacidad intacta para amalgamar elementos de la cultura no sólo española sino más allá de sus fronteras.
Pero lejos de la escatología habitual; el desfile de pechos turgentes y colas bien paradas, subyace lo más interesante de la propuesta que confirma que el actor, productor y director español busca constantemente elevar la apuesta desde el punto de vista técnico hasta el nivel del discurso políticamente incorrecto, el cual encuentra en cada capítulo un espacio de acción en la más pura realidad. Así lo demuestra la mirada cínica acerca de la crisis económica, cuya principal víctima será el propio Torrente; sobre los inmigrantes latinos que ya forman parte de la sociedad española y por supuesto sobre la corrupción policial, aspecto que se inició en los orígenes.
El argumento en sí es mejor dejarlo de lado para que el público no pierda sorpresas así como la galería de personajes y cameos de famosos que pululan durante los casi 90 minutos de metraje. Sin más para agregar, basta decir que Torrente 4: Crisis Letal es la mejor parodia de la saga que no defraudará a fanáticos ni a aquellos que se acerquen por primera vez al retorcido y bizarro universo de este policía duro de amordazar.