No importa si el 3D o la inclusión del Kun Agüero en la cuarta entrega se justificaban. Nada importa con una saga como la del ¿policía? Torrente. “Torrente 4: Crisis letal” (2011) era un monumento ajado y fútil a la buena intención de la primera en 1998. Esa que con un personaje xenófobo, inmoral, racista, machista, simplemente llevaba al grotesco la cruda sensación de impunidad que el neoliberalismo de los ‘90 en todo el mundo había impulsado sobre las sociedades, en especial las de aquellos países dependientes del sistema capitalista. Sólo faltaba Fidel Castro riéndose al grito de: “¡Les avisé!”
Cuatro episodios después, con fórmula claramente agotada, Santiago Segura vuelve con la serie (después de todo se parece mucho a eso) para entregar “Torrente 5: Misión Eurovega”. Sin haber olvidado nada de su personalidad, ni aprovechado el tiempo en la jaula para reflexionar… algo, Torrente sale de la cárcel en el año 2018. Su país no es como lo recuerda. Todo lo ve distinto, como si hubiera estado congelado un siglo. En este punto conviene advertir que van a ser muchas, pero muchas, las concesiones que el espectador deberá hacer para seguir adelante. Lo sabe Santiago Segura. La gente lo quiere ver a él haciendo ese personaje. Punto. Lo demás puede pasar a un segundo plano, o simplemente no importar demasiado. Sería como querer ver al Chavo del 8 como gerente de Microsoft.
Decíamos que España está distinta al salir éste hombre de la cárcel. Volvió la peseta, por ejemplo. Echaron al país de Europa, y encima Cataluña se independizó. No es que esto sirva de mucho al guión el cual, como se habrá de suponer, es inexistente como tal, salvo que copiar y pegar los anteriores a éste, y dotar al film de mejor calidad técnica, sea considerado una tarea noble a la hora de plantear este asunto de filmar. En este punto, Torrente debe ser a España lo que Los Bañeros a nuestro país. El público quiere ver eso, pues démosle eso. La calidad que se vaya “a tomar por culo”.
Torrente se une a un grupo de idiotas para dar un golpe maestro. Sin eufemismos se cita a la película “La gran estafa” (2001), y literalmente se plagia la idea de todas las acciones subsiguientes, justificadas en dicha producción. ¡Ah!, Aparece Alec Baldwin y no parece aburrirse.
No hay mucho más para decir salvo que, incluso los fanáticos (argentinos en este caso) se quedarán también afuera de las decenas de cameos (habituales en esta saga), pues en la mayoría de los casos no tendremos ni la menor idea de quienes son; ni por qué están allí. Es Torrente. Tómelo o déjelo.