Si esto es el futuro...
En un futuro cercano, Torrente sale de prisión y es tentado por el personaje de Alec Baldwin para robar la bóveda de un casino.
Pocos tipos hay más repugnantes y queribles que Torrente. Facho, racista, misógino, asqueroso, pero de buenos amigos, este ex policía ya marcha por su quinta producción, con un Santiago Segura haciendo guiños a otras películas, invitando a amigos a hacer cameos -Ricardo Darín incluido- y en esta oportunidad, copiando cierto formato de Hollywood.
No ya el de la comedia escatológica y sin límites, sin moderación, que viene siendo moneda corriente en los Estados Unidos, porque Torrente siempre ha sido un guarro. No. Ahora contrató a Alec Baldwin para calcar sin plagiar las películas de La gran estafa. Torrente sale de la cárcel en 2018 y se encuentra con una Madrid desconcertante. No sólo la peseta ha vuelto a ser la moneda oficial, lo que más le preocupa al protagonista es que haya cada vez más negros, y que el Vicente Calderón, el estadio del Atlético de Madrid, club del que es fanático, esté hecho ruinas.
Demasiado para él.
La excusa para los gags más descabellados, en los que la ridiculez se entremezcla con el absurdo y el mal gusto, es que John Marshall (Baldwin) contrata a Torrente para robar la bóveda de un casino, y Torrente recluta a personajes de lo más extravagantes para dar el golpe.
Torrente 5: Operación Eurovegas es tan despareja como todas las entregas de Torrente. Tiene momentos de comicidad alta y otros en que cae en una incomprensible meseta. Muchos de los personajes son interpretados por actores conocidos en la Madre Patria, pero aquí, joder, que no son tan populares, así que no hay sobreentendidos ni guiños que valgan.
Alec Baldwin compone al cerebro-malvado de la historia, chapuceando en español, hablando en inglés, parodiándose y, se ve, pasándola bárbaro.
En síntesis, Operación Eurovegas es una comedia con un personaje tan roñoso y desaliñado como su humor, y en la que todo -o casi- es posible que suceda.