Vuelven Leonardo, Raphael, Donnatelo, y Michelangelo, las famosas tortugas Ninja que patrullan las calles de Nueva York desde las alcantarillas y que en 2014 tuvieron un reboot y nuevo inicio de saga.
Aquel film cosechó una cuantiosa cifra de espectadores convirtiéndolo en uno de los mayores éxitos de ese año. Pero así como llevó espectadores a las salas, recibió varias críticas sobre el nuevo desarrollo que se les había dado a los personajes creados en el comic por Kevin Eastman y Peter Laird y popularizados globalmente con la serie animada emitida entre 1987 y 1996.
De la mano de Michael Bay como productor y Jonathan Liebesman en la dirección, aquel film si bien utilizaba varios puntos, sobre todo del comic, se encargaba de actualizar la historia, darles otro origen y variar el estilo para que sea más similar al bombástico Bay con el gastado pretexto de “alcanzar a las nuevas generaciones”.
Ante el éxito la secuela era obligada, pero ¿Los reclamos fueron escuchados? Podríamos decir que sí… aunque parcialmente.
Dos de los tres guionistas de la primera entrega, Josh Appelbaum y André Nemec (ambos de Misión Imposible: Protocolo Fantasma) repiten acá sus roles.
Destructor (Brian Tee) ha sido encarcelado, pero los peligros no han terminado. Las tortugas, con la ayuda de la reportera devenida en investigadora April O’Neil (Megan Fox, cada vez más parecida a una de las figuras de CGI que tanto adora Bay) se encuentran tras la pista del Dr. Baxter Stockman (Tyler Perry), un científico que se encuentra trabajando en extraños y secretos experimentos.
Durante el traslado de Destructor, sus secuaces, el Clan del Pie, se hacen presentes desbaratando la operación. Pero en el medio de la acción, Destructor desaparece en medio de un portal que se abre en el cielo.
Ahora, las tortugas deberán enfrentar un triple peligro que actúa en conjunto, Destructor y su Clan, los megalómanos planes de Baxter, y la amenaza alienígena de Krang; quienes juntos planean abrir un portal hacia otra dimensión para así dominar el mundo.
Vale decir que del lado de los villanos se suman dos torpes y clásicos secuaces Beebop (Gary A. Williams) y Rocksteady (el luchador de la WWE Sheamus); y del lado de los buenos hace su aparición el justiciero policía Casey Jones (Stephen Amell).
La película realiza un despliego técnico destacable como era de esperarse. Hay un buen uso del 3D, la creación de los personajes digitales es sólida y los efectos no paran desde la primera escena a la última. Está claro que es un producto que intenta entrar por los ojos. El ritmo no cesa en ningún tramo y las explosiones abundan quizás un poco más de lo necesario junto al ruido de metales retorcidos. Hasta pareciera que hay tramos enteros en los que su movediza cámara fue planeada adrede para el disfrute del “nuevo chiche” 4D. Todo esto es la marca registrada de Michael Bay como productor.
Partiendo de esta base bombástica ineludible y esperada, Tortugas Ninja 2 hace algo que Bay como director no ha logrado a lo largo de la saga de Transformers que maneja además como director; tener en cuenta al público fiel del clásico.
Si bien siguen existiendo cambios notorios (sobre todo en los personajes de Baxter y Casey), vale aclarar que el argumento troncal (más simple de lo que parece dentro de la montaña rusa que se muestra) es muy similar al inicio de la serie animada. Los personajes de Beboop y Rocksteady no solo cuentan con un origen (casi) igual al que los seguidores conocían, sino que respetan su humor e increíble torpeza y hasta inocencia; sin lugar a dudas son lo mejor de la propuesta. Krang tiene puntos en común con el personaje de la caricatura, pero por su esencia monstruosa y robotizada no puede evitar terminar cayendo en un recordatorio de que acá Transformers tiene algo que ver.
Hay humor, conflictos personales ya vistos y que no cuentan con un peso demasiado importante, y hasta varias incongruencias que terminan siendo disimuladas en medio del estilo caricaturesco que se le imprime al asunto.
El nuevo director, Dave Green (Earth To Echo) no aporta gran variedad, se sabe que estos son films de estudio y producción; sin embargo se nota un poco más de cuidado en hacer que las escenas de acción si bien abrumen logren comprenderse.
En el fondo, más allá de los aspectos positivos en haber prestado más atención a hacer un film que parezca un largo de la serie animada, persisten varios de los problemas del film anterior. Determinadas escenas quedan colgadas y fuera de lugar en medio de un arco que no da lugar al humor vulgar que plantean. Alusiones sexuales aquí y allá lejos de ser el guiño al adulto que acompaña al menor terminan siendo puntos descolocados que derrumban en gran parte los méritos conocidos.
Este problema, sumado al ritmo incesante que en determinado momento terminan cansando y juega en detrimento del guión (sobre todo en la última media hora cuando el guión se corre para dejarle espacio a la acción sin freno) hacen que el film empeore cada vez que se aleje del concepto original que es TMNT.
No se pueden exigir grandes rubros interpretativos en películas como estas. Will Arnett vuelve a ser el segundo comic relief detrás del humor de las tortugas, pero quizás en esta oportunidad al tener un menor tiempo en pantalla el resultado sea mejor y sus gags más efectivos. Tyler Perry compone a un Baxter muy diferente al que conocemos pero correcto en lo que exige la propuesta. También aparece por ahí Laura Linney como la jefa de policías, otorgando las mismas características que siempre vemos cuando vemos a un actor de carácter en productos de este tipo, la impronta con que relatan sus textos se ubica por encima del tono liviano.
Los fanáticos saldrán más favorecidos de la propuesta que presenta Tortugas Ninja 2 con varios guiños y referencias explícitas. El resto de los espectadores quedarán sometidos a un tanque explosivo, que mejora la experiencia anterior pero aún tiene muchos asuntos que resolver.