Las tortugas ninja ya no son lo que eran
Las Tortugas Ninja siguen siendo adolescentes, a pesar de que la marca en español se olvide del teenage y también de que son mutantes, dos datos clave para entender sus personalidades y sus conflictos, presentes enfáticamente en esta segunda entrega del relanzamiento que comenzó en 2014 y que tiñó a las otrora verdes tortugas de un marrón verdoso y sucio, aplastadas por la tan mentada oscuridad contemporánea que venden tantas películas de superhéroes (con la notable excepción de la fabulosa X-Men: Apocalipsis). Además, las tortugas están súper anabolizadas y súper digitalizadas en estas producciones de Michael Bay con presencia decorativa de Megan Fox.
Fuera de las sombras ofrece una progresión argumental básica pero al menos comprensible, el villano de la de 2014 reaparece (pero es otro actor), y también están el pérfido Krang y dos mutantes malvados (Bebop y Rocoso), lo más cargado de espíritu de las tortugas siglo XX de todo el asunto. La película, a pesar de tener mucha acción nominalmente hablando, genera poca tensión porque se construye mediante situaciones de poco aliento, de poco alcance, de poco arco narrativo. Se plantea algo, en general en forma de diálogo, y esa explicación muchas veces ad hoc provoca un segmento de movimiento, mayormente poco creíble -es notable la falta de rigor argumental incluso dentro de los parámetros del asunto-, y sin demasiado brío. Hay mucha mención y aparición de marcas, y también mucha marca-ciudad de Nueva York. Y un imaginario que no apela a lo popular y plebeyo sino en general apenas a lo masivo y vulgarizado. De esta manera se abusa de la noción actual de famoso y se usan en modo mezcla y apilamiento sin alma, meramente mercachifle, elementos de Los Vengadores, Transformers y hasta Star Wars (esa nave-Estrella de la muerte). Se extraña la libertad, el juego, el pop colorido y la gracia insensata de la trilogía fílmica quelonia de los noventa.