Cuando en 2014 se estrenó la primera película recuerdo que salí decepcionado de verla, esperaba un mejor trato para las tortugas en la pantalla grande con la tecnología actual.
Y si bien las secuencias de acción y efectos estuvieron muy bien el resto resultó muy vacío y demasiado Transformers, lo cual es un insulto.
Si bien Michael Bay se mantiene como productor en la secuela, la cual contiene muchos de sus vicios, aquí se adquiere una identidad propia.
El ignoto director Dave Green tomó la posta de Jontathan Liebesman e hizo un buen laburo si tenemos en cuenta el tono y al público al cual está dirigida.
Y es aquí en donde hay que detenerse porque para que este estreno te guste o no dependerá si uno hace el ejercicio de tener en mente que se trata de una película para chicos de 11 años y por lo tanto no hay que buscar ni verosimilitud ni un plot coherente. Mucho menos profundidad en sus personajes.
Lo de Megan Fox se define en su primer escena y para eso la convocaron (de la misoginia podemos hablar en otro momento) y Stephen Amell es una gran incorporación y fan service absoluto no solo porque Casey Jones es un personaje muy querido por los fans sino por los que lo siguen a él por la serie Arrow.
Y si de incorporaciones viene la cosa en esta oportunidad sumaron todos los elementos más populares de la década del noventa de la famosa serie animada y los comics: vehículos, guarida, y por sobretodo el villano Krang.
Todo muy fiel y por lo tanto caricaturesco, por lo que vuelvo a remarcar sobre hacia quiénes va dirigida la cinta.
En definitiva, si quieren ver diversión pura y no buscar explicaciones sino solo entretenimiento ésta es la película para ir a ver, y de paso les arrancará una sonrisa a los nostálgicos que crecieron en los noventas y merendaban mirando la serie animada.