Aunque lo hemos explicado alguna vez, no está de más hacerlo aquí. Los grandes estudios de Hollywood tienen, como modelo, “romper todo” con una película grandota -o dos- por año. Para que funcione, tiene que estar “instalada”, así que por eso se hacen remakes, relanzamientos o adaptaciones de cosas populares (juguetes, libros, historietas, etcétera). Y además deben conformar a la mayor cantidad de público posible (léase “edades”) para ser rentables. Tales condicionamientos no impiden hacer buenas películas (véanse, solo este año, El planeta de los simios: Confrontación o la tiernísima Guardianes de la Galaxia). Pero si detrás de estas máquinas no hay un artista con algo para mostrar, o al menos un artesano que nos provea claridad en las imágenes, lo que queda es puro ruido olvidable. Esta nueva versión de las Tortugas... tiene la impronta de su productor Michael Bay: imágenes rápidas y bochincheras, humor ramplón, chica linda con curvas (otra vez Megan Fox), cámaras que se mueven sin ton ni son, montaje espasmódico, y chistes (a veces cuando no corresponde). Hay una enorme cantidad de violencia y la idea de que cuanto más grande, mejor, va en contra de la ironía y el humor ingenuo que los personajes supieron proponer cuando tuvieron su período de gloria en los noventa. Un film basado no en la acción sino en el ruido, que es demasiado y que no llega a ocultar la escasez de nueces.