Acción sin encanto
A poco de comenzada esta película, entre una escena de acción confusa y otra de diálogos más confusa aún, uno se pregunta a qué público está dirigida. En quiénes pensaban los que decidieron que era una buena idea volver a contar el origen de las tortugas ninja adolescentes, nacidas en un cómic de los años ochenta y transformadas en protagonistas de una serie de dibujos animados -ya con varias remakes encima- y de unos films bastante olvidables.
Por lo que se ve en pantalla (violentas escenas de peleas en la oscuridad realizadas con una inquieta cámara en mano que hasta para los adultos resultan difícil de seguir) la idea no era convocar al público infantil que adora los dibujitos que emite la señal Nickelodeon.
Es posible que todo esté dirigido a sus padres, esos que disfrutaron de las primeras aventuras de las tortugas bautizadas con nombres de artistas del Renacimiento (Leonardo, Donatello, Rafael y Miguel Ángel), adultos nostálgicos que se merecían una película con algo más de sustancia, más divertida y respetuosa del original, aquel que tenía cierto encanto, mucho de absurdo y varios elementos paródicos. Después de todo, se trataba de una historieta protagonizada por cuatro tortugas ninjas mutantes y adolescentes entrenadas por un maestro de las artes marciales que además era una rata de alcantarilla y una intrépida periodista, April O'Neil, que descubría su existencia y se unía a su lucha contra el malvado clan criminal El Pie.
Sin embargo, todos esos ingredientes que bien integrados resultan muy divertidos para chicos en edad preescolar, al ser contados con los modos de una película de artes marciales encabezada por personajes anabolizados y despejados de toda ternura, no consiguen más que desconcertar al espectador. Hasta pueden molestarlo con la interpretación que Megan Fox hace de April, la supuesta heroína de todo el asunto que gracias a esta versión es poco más que una muñeca Barbie no demasiado articulada y el remate de unos desagradables "chistes" misóginos.