La acción se hace esperar demasiado
Se pasa el rato con esta nueva aparición de los alegres mutantes adolescentes con nombre de pintor renacentista. No al comienzo, donde sólo está Megan Fox enteramente vestida haciendo de April O'Neil, notera televisiva ansiosa de pasar a investigadora audaz, meterse en problemas y convertirse en heroína. El público adulto también está ansioso, espera que se saque de una vez la tradicional campera amarilla de su personaje, y los niños están ansiosos a la espera de acción.
Empieza la acción, pero ella sigue vestida, y lo demás es todo rutina y ruido a lata con agobiante fondo orquestal. Es que el productor de peso en todo esto es Michael Bay, el de los "Transformers", que impone su fórmula de aturdimiento favorita. Las cosas mejoran recién mucho más adelante, cuando la notera, que no conoce a las tortugas (a diferencia de la April de la serie) descubre su existencia, quiénes son, cómo adquirieron ese físico y por qué se llaman como se llaman. Se lo explica el maestro rata, que también tiene nombre de artista (Splinter en inglés significa Astilla, del italiano Scheggia, que era el apodo de un maestro pintor del Renacimiento). Esa escena es muy simpática, reveladora, y quizá la única enteramente original de la película. Después siguen las patadas, líos, cosha golda, incluyendo una buena persecusión en la nieve, el destrozo de una torre y del enorme robot cuchillero, la desaparición en acción de una china mala y un científico traidor, etcétera.
No es lo de siempre, porque esta vez no es una de dibujos, como la serie, ni de actores disfrazados, como la trilogía de los 90, sino una superproducción ostentosa con acróbaticos actores que hacen los movimientos, posproducción digital que los convierte en ágiles tortugones, y otros actores más tranquilos que ponen las voces. Todo un trabajo, donde cabe señalar la participación del director de fotografía Lula Carvalho, el mismo de "Tropa de élite" y de nuestra "Felicitas", y un estilo de guión y dirección de arte más cercano a la historieta original de Kevin Eastman y Peter Laird, que tenía partes medio amargas. Igual hay chistes adolescentes, un tema pop y una pizza. Una sola.