El peso de la nostalgia
Vivimos en una etapa generacional que extraña los éxitos de los 80 y principios de los 90. El éxito de la saga de Los Indestructibles, el humor y gags de Guardianes de la Galaxia, la eterna espera por las secuelas de Jurassic Park y Star Wars, no hacen más que confirmar que los treintañeros quieren imponerse hoy más que nunca. Imponer sus modas, imponer sus gustos de hace tres décadas atrás. Y Hollywood está escuchando. Si bien todavía no se animan a lanzar al cine las adaptaciones de los Thundercats, He-Man o El Coche Fantástico, otros héroes vuelven a dar vuelta sus caparazones y salir de las alcantarillas para luchar contra el crimen.
No debe sorprender, por lo tanto, que detrás de esta nueva versión de las Tortugas Ninjas, esté Michael Bay, aquel que le gusta destrozar sus muñecos de Transformers frente a cámaras y que las chispas salten de la pantalla a los ojos del espectador. Aquel que ha revivido al “loco de la motosierra”, a Jason y Freddy con paupérrimas remakes de films de culto (por suerte de Michael Myers se dedicó Rob Zombie). Y ahora le llegó el turno de las Tortugas Ninjas, y a diferencia de las anteriores franquicias, Bay optó por dedicársela específicamente al público infantil. Claro, el director de Armaggedon no puede con su genio y contrató a Megan Fox para “deleitar” a un público adolescente, y aportar un innecesaria carga sensual al producto.
En primera instancia vale decir, que aquel que vaya buscando un sólido entretenimiento lo va a encontrar a medias. El director seleccionado, Jonathan Liebesman – que viene de haber realizado la subvalorada Batalla: Los Angeles y la pobre secuela de Furia de Titanes – aporta ritmo, humor y dinamismo a un guión demasiado básico desde lo estructural. Es decir, por una lado la narración fluye, hay mucha acción, y – a diferencia de las interminables Transformers – la duración del film es breve, por lo que se hace bastante entretenido para un público menor. Pero Josh Appelbau, André Nemec y Evan Daugherty, guionistas de Misión Imposible 4, podrían haberse esforzado un poco más, no solo a la hora de escribir un argumento un poco más sorpresivo e ingenioso, sino a la hora de darle mayor cuerpo a los personajes, tanto de April O’Neill, la reportera – que tiene un pasado vinculado a las tortugas – como con el villano, El Destructor, famoso archienemigo, que acá se convierte en una máquina metálica similar a un Decepticon – gracias que vemos una sola vez su rostro entre sombras para confirmar que no es un robot – que ataca sin piedad ni descanso a las tortugas, al servicio de un empresario mediático llamado Eric Sacks – siempre maravilloso William Fichtner – creador de las tortugas, junto con el padre de April. Ninguno de los personajes humanos tiene un arco evolutivo, matices, o algo sorprendente de su carácter. Sumado a la inexpresividad de la ex actriz de Transformers, se podría decir, que si no fuera por el carisma de las Tortugas, poco hay para resaltar del film.
Básicamente el argumento muestra a Nueva York asediada por una banda de ninjas ladrones, que pretende robar el gen mutante para matar a la población mundial, y el millonario Eric Sacks, que financia los planes de la banda, a la vez pueda salir como héroe vendiendo el antídoto a las grandes capitales mundiales. Un argumento que podría haber salido de una película clase B de héroes de los 90 y cuya ejecución remite al film original de las Tortugas de 1990.
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La clave de esta remake está en el carácter de las tortugas y la fidelidad con la que captaron detalles sobre la personalidad de cada una que provienen de los cómics y la serie animada original. Tanto Miguel Ángel como Rafael acaso son las que tienen mayor personalidad – Miguel Ángel siempre enamorado de April, ahora canta hipo hop en vez de rap; Rafael es el adolescente rebelde que desea apartarse del grupo – mientras que Donatello y Leonardo están un poco marginados – se resalta el carácter inventivo del primero y el liderazgo del segundo.
Por suerte, la película tiene suficientes guiños para que los seguidores queden conformes con esta adaptación. Conformidad, porque lejos, uno puede llegar a estar realmente satisfecho o fascinado. Los guionistas también se han tomado ciertas libertados con respecto a los orígenes de las tortugas – explicado brevemente en dos buenas secuencias de animación al inicio y mitad del film – y le han dado poco espacio para aquellos momentos de cotidianeidad con Splinter, que aparece brevemente, o para ver a las protagonistas comer pizza. Momentos hilarantes, donde realmente se apreciaba la “humanidad” de estos mutantes.
Pero la película tiene suficiente humor y adrenalina para pasar una hora y media agradable junto a los chicos. Ninguno de los intérpretes serán recordados por esta película – Megan Fox está demasiado vestida, Will Arnett mal aprovechado y Whoopi Goldberg, por suerte está menos de un minuto en pantalla – por lo que la única excusa para ver Tortugas Ninjas es por mera nostalgia o simpatía noñera. Las tortugas volvieron a salir de sus caparazones, interactúan en una ciudad de carne y hueso, vuelven a luchar contra el mal. Kowabunga.