Pasajeros en tránsito
Es Tournée una película acerca de lo que un hombre cree ser y lo que es. De lo que no hay dudas es del talento de Mathieu Amalric, a quien en todo el mundo se lo reconoce como un gran intérprete más que como director, porque se lo ve más delante que detrás de la cámara.
En su tercer filme como realizador, el actor de La escafandra y la mariposa se basa en su personaje (Joachim), un productor de televisión exitoso que se fue de Francia y que regresa con una troupe de cinco artistas de neo burlesque estadounidenses.
Tournée es un relato que se ve y que va de afuera hacia adentro, hasta en sus alegorías más simples. Las chicas actúan, por elección de Joachim, en salones de ciudades portuarias, arrancando en Le Havre. Les cuesta llegar al centro, a París.
Son como esos viajeros que están en tránsito en los aeropuertos, sólo que aquí viajan en tren, en una combi y paran en hoteles, lugares donde nadie puede sentirse como en casa. Y eso es lo que, uno vislumbra, Joachim ansiaba más que nada y nadie.
Los cuerpos de las artistas son bien fellinescos. Exuberantes, pero también cuyos encantos comienzan a desaparecer. Joachim y sus mujeres son eso: un sexteto, si no en descomposición, viendo cómo la notoriedad se está transformando y reflejando más en una sombra que en lo que les devuelve el espejo.
Joachim trata a sus figuras -actúan de lo que son en la vida real, figuras del burlesque- como niñas, las adula y les miente, a veces como forma de apoyo, otras todo lo contrario. Amalric elige a una, Mimi Le Meaux (Miranda Colclasure) casi como explicación o interpretación del mundo que relata. Ella podrá estar bien, mejor o peor, sintetiza los sueños y miedos de todos.
Joachim regresa a su tierra, y espera ser recibido más que como lo que es, como lo que fue. Se imagina un regreso con gloria. Un pasado mejor, un presente que no se sabe, y un futuro… que quién sabe cómo será. Pero que será de él, y de ellas. Como esa única, la última lágrima que se ve recorriendo su rostro.