Ariel Martínez Herrera, director de “TOXICO”, cuenta que comenzó a escribir su segunda película allá por 2008, un tiempo después de la gripe “A”, momento en el cual los barbijos habían cobrado una particular notoriedad y fue por ese entonces que comenzó a aparecer la idea de trabajar una historia con la epidemia en el centro de la escena.
Enmarcada puramente dentro del género fantástico, con un pie en ciertos elementos de aquella realidad pero también fundamentalmente de un cierta distopía futurista, el estreno programado para este jueves 23/04 en la plataforma cine.ar/play, permite establecer una lectura completamente diferente de este filme, que tiene la particularidad de hablar de una epidemia en medio de esta pandemia que estamos viviendo y que tiene efectos arrasadores a nivel mundial.
“TOXICO” cuenta la historia de una pareja. Laura y Augusto, que se encuentra en plena huida con su motorhome atravesando el campo –lo que permite al filme moverse con un cierto halo de road movie con la tensión de una huida en medio del caos, en la búsqueda de un refugio frente a la total desolación-.
Y es justamente la conjunción de ciertos elementos que se encuentran fuertemente vinculados con la actualidad, lo que hace que cobre, hoy por hoy, un sentido totalmente diferente al que tenía Martínez Herrera en su cabeza al momento de construir su guion y dotar a sus historia de elementos concretos pero de, lo que para aquel momento, parecía una fantasía.
Barbijos, supermercados y negocios semivacíos, personajes cargados de agresividad, lugares que han quedado abandonados con esa sensación de territorio fantasma, el riesgo y el peligro que pueden palparse acechando permanentemente y sobre todo, la desconfianza en el otro, son claramente los disparadores que la emparentan unívocamente con lo que estamos atravesando.
Este estrecho lazo con el tema del coronavirus y esta pandemia a nivel mundial que ha trastocado todo lo conocido, ¿beneficia o perjudica a “TOXICO”?
Por un lado, estamos en el momento ideal para reflexionar sobre el cambio profundo que se ha producido y seguramente se seguirá produciendo sobre los vínculos sociales –en la película hay una escena con una pareja amiga al inicio que es (casi) el único vestigio de confiabilidad-, como de los cambios en los lazos familiares y de pareja, la construcción de una nueva mirada ética y la moral a la hora de la supervivencia y poner en juego nuestra escala de valores frente a la posibilidad de ser solidarios o de despuntar el famoso “sálvese quien pueda”.
En ese caso, la paranoia, la desconfianza, la vulnerabilidad y la fragilidad de todo lo que le ocurre a los protagonistas, generan una interpretación que se potencia en un momento como el que estamos atravesando actualmente, e inclusive pareciera que ficcionaliza, en la pantalla, exactamente lo que vamos sintiendo con el correr de los días.
El guion se estructura a través de las dos miradas completamente opuestas de los protagonistas, dos maneras diferentes de enfrentar a esta epidemia de insomnio que está arrasando con la sociedad. Es así como nos permite reflexionar sobre este tiempo tan irregular que estamos atravesando y que no tiene correlato con nada de lo que hayamos vivido.
Sin embargo, justamente todos estos múltiples puntos de contacto que tan bien describen nuestra actualidad, juegan, en algún punto, en contra de ese efecto “sorpresa” que “TOXICO” pretendía mostrar en la construcción de una visión apocalíptica y de un mundo completamente hundido en esta distopía que ya hoy no se ve ni tan lejana ni tan perteneciente a un universo de pura ficción. Algo así como que a una idea que podría haber sido original, la realidad la pasó por encima como con una aplanadora.
Es por esto que una lectura en este contexto, hace que algunas de las escenas pierdan la fuerza que hubiesen tenido en otro momento y una vez pasado el impacto visual inicial –la película cuenta con un muy buen diseño de arte que nos pone permanentemente en situación y logrados efectos especiales con una fotografía con tonos que subrayan la idea de “fin del mundo”- el ritmo comienza a ponerse moroso, la historia focaliza mucho más en los conflictos de la pareja, alejándose de la propuesta inicial y perdiendo el hilo narrativo y la fuerza de la historia.
Hay momentos de tensión bien desarrollados, sobre todo gracias a la entrega de sus dos protagonista con muy buenos trabajos –tanto Jazmín Stuart como Agustín Rittano logran dos criaturas muy bien estructuradas- mezclados con otros de tono más surrealista, en donde la historia propone un vuelo más poético y absurdo al mismo tiempo pero no aporta demasiadas novedades dentro de un esquema medianamente previsible.
“TOXICO” ha quedado involuntariamente atrapada en una realidad que ha sobrepasado con creces su visión apocalíptica y futurista de un mundo colapsado ante la falta de sueño, y aun así puede sobreponerse y salir airosa con un producto muy bien realizado.
POR QUE SI:
«TOXICO nos permite reflexionar sobre este tiempo tan irregular que estamos atravesando y que no tiene correlato con nada de lo que hayamos vivido»