Una joya que no perdió su vigencia
El clásico de esta saga de Pixar llega en versión tridimensional.
Es, por lo menos, raro escribir la ¿crítica? de una joya de Pixar estrenada hace más diez años en la Argentina. En realidad, se trata de un formidable aperitivo cinematográfico, ahora en 3D, que empezó hace dos semanas con Toy Story 3D (1995) y que mitiga la espera del plato principal y novedoso: Toy Story 3 en versión tridimensional, que se estrenará a mediados de este año.
Sí se puede sostener que, a pesar de los avances tecnológicos, las imitaciones y la creciente sofisticación del mercado animado, Toy Story 2 sigue siendo una película mayor dentro del género: por la creatividad, la sensibilidad, el respeto a la inteligencia del espectador -infantil y adulto- y la falta de pomposidad. La historia tiene apariencia simple, poco pretenciosa, y atrapa desde el comienzo hasta el final de los créditos (literalmente), con acción incesante, narrativa impecable y humor delicado. Y, por supuesto, con un minucioso trabajo visual que aún impacta. Hablamos de cine -de animación o no, poco importa- clásico y moderno.
A aquellos que no la vieron se les puede contar que Woody, muñeco-vaquero que era el preferido del niño Andy, se debate entre terminar en un museo japonés y perpetuar su existencia -que será fría- o tratar de regresar a la habitación del chico, que más temprano o más tarde será un adolescente y lo hará a un lado (seguramente, no en su memoria). Buzz Ligthyear, comando espacial que antes enfrentaba a Woody, ahora irá a buscarlo, obviamente con muchos de los inolvidables personajes/juguetes de reparto, como el dinosaurio Rex, el perro Sinky o el Sr. Cara de papa.
El paso a tres dimensiones es, desde luego, un aporte que le da más profundidad a una película de movimiento permanente. Y, sin embargo, al no haber sido hecha especialmente para este formato, el 3D no gravita tanto como en otros filmes más recientes, de calidad muy inferior a Toy Story 2.
El segundo filme de esta saga histórica, dirigido por John Lasseter y Ash Brannon, estará sólo catorce días en cartel. Los nostálgicos, los que se lo perdieron y los que no habían nacido en 1999 tienen la gran chance de verlo, o volver a verlo, con aportes nuevos y virtudes perdurables, en sala.