Toy Story 3

Crítica de Juan Pablo Ferré - CinemaScope

La vida es un juego

Cuando en 1995, Woody y sus amigos aparecieron por primera vez, el mundo del cine de animación cambió para siempre. No sólo fue la primera película de la empresa de animación Pixar, sino que también fue la primera película de animación computarizada de la historia. Y como si esto fuera poco, nos brindaron un peliculón, tan divertido como emotivo y que comenzaba a mostrar cuál era la idea de Pixar para sus creaciones. Cabe mencionar que encima el film lo dirigió John Lasseter, hoy uno de los tipos más grossos de la empresa, que en aquel entonces había sido recontratado por Ed Catmull -gerente de Pixar- ya que la administración de Disney de aquel entonces, comandada por Michael Eisner, lo había dejado ir porque creía que si la animación computarizada no servía para recortar gastos, no servía para nada...

Toy Story es una de las pocas películas que se puede jactar de tener una secuela tan buena como la original y, lo más impresionante, es que la tercera parte de la saga vuelve a estar a la altura de las circunstancias, al punto tal que uno no sabe cuál de las tres es mejor. No es tan loco lo que dice Cinesargentinos.com sobre esta saga: que va a quedar en la historia como una de las mejores trilogías del cine.

En este caso la historia se pone en tono dramático rápidamente: se ve un video casero que nos muestra la vida de Andy, el dueño de los juguetes, en el que observamos cómo el niño pasó todos los momentos felices de su vida acompañado por sus inseparables amigos Woody, Buzz y los demás. Enseguida, el blanco y negro que enmarca el flashback desaparece y nos encontramos con un Andy de 17 años, empacando sus cosas para ir a la universidad. Menudo golpe para el espectador desprevenido, que ve como las ideas de los muñecos para que Andy juegue con ellos son vanas. Pero cuando, por error, los juguetes terminan yendo a parar en una caja hasta una guardería, comenzarán no sólo las aventuras sino también las risas, en grandes cantidades.

Todos los personajes de la película tienen su rol característico y el desarrollo que se merecen. Son notables algunos personajes nuevos que aparecen, como Barbie, Ken -con la voz de Mike Amigorena en la versión en castellano- o el Oso de peluche que dirige a los juguetes de la guardería. Las risas van por parte de Ken y Barbie, de Mr. y Mrs. Potatohead, del dinosaurio Rex y de un abominable bebé que hace las veces de matón del oso, mientras que las aventuras y las partes dramáticas recaen sobre los personajes más importantes, como Woody, Buzz y el Oso Lotso.

Lo mejor de Toy Story 3 es que es una película muy divertida y muy emotiva al mismo tiempo. Los personajes de los juguetes de Andy parecen ser tan amigos de él como de los espectadores que no pueden evitar sentir compasión por su sufrimiento. Al mismo tiempo, esta tercera parte va a agradar tanto a los chicos como a los grandes, así como lo hicieron las dos anteriores y hay varios guiños al público adulto, con algunos gags que los más chicos no comprenderán -"Qué bien actúas, ¿sigues el método?", le pregunta un juguete a Woody-, pero en especial con tomas que homenajean a grandes filmes que están en la retina de cualquier cinéfilo.

Poco para agregar sobre la versión en 3D, que nos brinda un estilo cuidado y no abrupto y que se entrama suavemente con lo que es animación tradicional: de hecho, muy pocas veces se nota que estamos ante una película en tres dimensiones.

Una vez más, Pixar hizo todo lo correcto y nos entregó una película memorable, llena de aventuras, de entretenimiento sin pausa y de una carga emotiva realmente fuerte. Toy Story 3 lo tiene todo: sirve para el entretenimiento y emoción de los niños, y para la melancolía de quienes hace un tiempo dejaron los juguetes, pero que hubieran preferido guardarlos en algún lugar o regalárselos a algún niño cercano y poder visitarlos cada tanto...