Se trata sin dudas de una de las películas más esperadas del año, al menos por mí: Toy Story 3. La tercera parte de una saga que ha demostrado ser genial en sus dos primeras porciones y que, nuevamente, demuestra que el ingenio y la creatividad son características en las que vale la pena detenerse.
Nuevamente tenemos a los muchachos: están el vaquero Woody -Tom Hanks-, el astronauta Buzz Lightyear -Tim Allen-, el Sr. Cara de Papa -Don Rickles- (mi favorito)…
En esta oportunidad, el conflicto nace porque Andy, el humano dueño de los juguetes, ya está grandecito y se va a la Universidad. Estando en Estados Unidos, los estudiantes por lo general se instalan a vivir en el campus, por lo que abandonará el nido familiar. Obviamente, como todo adolescente, recibe el planteo maternal al mejor estilo “¿Y qué pensás hacer con todas esas porquerías?”. Debe elegir entre tirar los juguetes, donarlos, llevárselos o guardarlos en el ático. Decide guardarlos a todos, excepto a Woody: Su amigo fiel lo acompañará en su nueva etapa.
La madre, sin embargo, se confunde y los saca con la basura. Los juguetes se dan cuenta y comprenden que, antes de ser descartados en el basurero, mejor ser donados a nuevos dueños. Se meten entonces en la caja de donaciones. Woody, que no quiere abandonarlos e intenta convencerlos de que en realidad su destino era el ático, termina en la caja con ellos.
Desembarcan entonces en una guardería. Y aquí está lo genial. Una guardería implicará llegar a un lugar con otros juguetes: brillante mecanismo para incorporar a más personajes. Pero además, arriban a un espacio en donde ellos son los nuevos, y los roles ya han sido asignados.
Ya en la guardería, lo que pensaban que sería fantástico termina no siéndolo tanto…
La verdad es que Toy Story 3 es una genialidad de principio a fin. Los recursos de guión, los guiños a los adultos, las vueltas de tuerca, los conflictos entre los personajes… todo confluye en la creación de una obra maestra que no por ser animada debe ser subestimada.
De más está decir que el hecho de que sea 3D hace que todo funcione mejor en cuanto al realismo.
Recuerdo cuando salió la primera: fue revolucionario ver que un film que, en teoría apuntaba a los más chicos, se dirigía en un metadiscurso a los más grandes también. Nuevamente lo logran. Y a la perfección.
Como dato adicional, recomiendo llegar con tiempo para ver el corto de animación que la gente de Pixar preparó como entrada. Como espectadores ya estamos habituados a estos recursos de incorporar algo que nada tiene que ver con el film pero que sirve para mostrar el desarrollo tecnológico. Es fantástico, no se lo pierdan.
Ahh, y casi lo olvido: ¡Impresionante el personaje del muñeco Ken! ¡Histórico, créanme!