La Gran aventura
Tercer parte de la saga Toy Story que regresa a la pantalla grande luego de 10 años.
En esta oportunidad los conocidos juguetes, Woody, Buzz Lightyear, Jesse, Rex, los Cara de papa y el resto de la banda se encuentran guardados, casi olvidados en un gran baúl, ya que Andy, su dueño ya tiene 17 años y está en camino de irse a la universidad y obviamente ya no juega con ellos.
Entonces Andy, antes de emprender su viaje, los guarda en una bolsa para llevarlos al altillo de su casa, pero por error, su madre los tira a la basura y allí empieza la aventura.
Luego, los juguetes, deciden por si mismos donarse a un jardín de infantes, allí encuentran un lugar en donde siempre habrá niños para jugar con ellos.
Pero no todo es color de rosa, ya que el lugar es comandado por un oso de peluche, sumamente rencoroso y malvado, que los envía al salón de guardería donde los mas pequeños, golpean, babean, destruyen y maltratan a sus chiches.
Pero Woody no se rendirá y buscará a toda costa volver con su dueño Andy lo que derivará en las mil y una dificultades que tendrán que afrontar los protagonistas para volver a su verdadero hogar a tiempo.
Muy divertidas escenas en momentos muy bien logrados como cuando, el señor papa se transforma en “panqueque” o el mejor, cuando Buzz Lightyear es “reiniciado” y pasa a modo “español” (imperdible).
También tiene sus momentos de angustia, cuando los juguetes están a punto de ser incinerados o los otros recuerdan como fueron abandonados por sus respectivos dueños.
Por si todo esto le resultara poco, se puede también disfrutar de una enfermiza, celosa, romántica y muy particular historia de amor entre una Barbie algo tonta, pero segura de si misma y un Ken histérico y narcisista, pero que en el fondo quiere ser “buena onda”.
Emociones al por mayor, pasando por risa, llanto, alegría, angustia, desesperación, amistad, rencor, amor y muchas mas.
En definitiva, otra joya de Disney-Pixar, gran disfrute para grandes y chicos por igual.
Nota: Vale la pena ir temprano a la función para no perderse el corto “Día y noche” que antecede a la película.