¿Era necesaria? No. ¿Tiene algo nuevo para contar y es híper disfrutable? Sí.
Muchas eran las dudas acerca del retorno de la franquicia de animación más exitosa de Pixar. La tercera entrega había sido un cierre hermoso, desde lo discursivo hasta los arcos narrativos tanto de los humanos como de los juguetes. Pero, por otro lado, es imposible resistirse a ver una vez más en pantalla a Woody, Buzz y los demás encantadores personajes.
24 años separan a “Toy Story” (1995) de “Toy Story 4″(2019). La ternura, la picardía, la diversión y la emoción siguen intactas. Esta fábrica de sueños, como es Pixar, nos devuelve estas sensaciones y le suma un enfoque más actualizado y aggiornado a la coyuntura: no es casualidad la existencia de Forky (el nuevo juguete en la habitación de Bonnie). No viene de fábrica como los demás personajes, no es tradicionalmente estético, no tiene las mismas conductas que sus compañeros y tampoco tiene un propósito claro. Pixar abre el espectro de público al que le quiere llegar y no duda en plantearlo en sus películas con personajes con ciertas características que en muchas sociedades estarían excluidos.
“Toy Story 4” es una gran secuela. Logra superarse técnicamente, cosa que parecía difícil luego de “Coco”. La paleta de colores es deslumbrante y los efectos visuales preciosos. Estos conforman un espectáculo visual que, por momentos, pasamos por alto solo por la calidad argumentativa de la película.
Como decíamos, los nuevos personajes le aportan una cuota de inventiva y curiosidad a la película. Por un lado tenemos a Forky (Tony Hale) y también vuelve al reparto Bo Peep (Annie Potts). Pero las sorpresas están en la inclusión de Keanu Reeves como el motociclista Duke Caboom, Christina Hendricks (Gabby Gabby) y, Jordan Peele y Keegan-Michael Key, como Bunny y Ducky. Todas incorporaciones que suman mucho.
El director Josh Cooley, en su ópera prima, nos regala una gran aventura animada donde nos reímos y lloramos. Pero la principal virtud del film está en su guión. Cada idea germinada se cosecha positivamente. Cada pieza encaja y cada plot twist está basado en decisiones lógicas y coherentes con lo construido por Pixar estos 24 años.
Parece que este es el final definitivo para Andrew Stanton y John Lasseter, tras repensar cómo culminó la anterior entrega. Por lo menos, hasta que estos personajes tengan que evolucionar tal como lo hacemos nosotros. Ahí volverán Woody y Buzz para que aprendamos juntos, aunque sea aprender a soltar.
El estreno más esperado del año, para muchos, no defrauda. Sabemos lo que vamos a ver y nos dan un poco más de lo esperado. No queda otra opción que seguir confiando en Pixar y en sus eternas secuelas.