Miramos a Uruguay con recelo, mientras hace unos años la mirada era de subestimación o como si uno mirara a un hijo, muchas recientes conquistas sociales, políticas, han despertado una envidia sana.
Gran parte de esto ha sido la figura de “Pepe” Mujica, un presidente que ha dado, y sigue dando cátedra, en materia de ideales y de comprensión sobre el verdadero motor de la función pública. “Traigan el porro” (2018) de Denny Brechner, recupera su imagen y un proyecto particular, la legalización de la marihuana y la intención de poder, desde el mismo gobierno, controlar y erradicar el comercio ilegal.
Así, el realizador, y tomando como punto de partida la visita a Estados Unidos de Mujica para encontrarse con Obama, decide embarcarse en una misión ultrasecreta para poder, junto a su madre, traer el material necesario para emprender la comercialización oficial del cultivo.
Atravesada por el humor, y en un registro cuasi documental, que transita la lábil línea que divide la ficción y el registro real, Brechner se pone delante de cámara junto a su madre en la vida real, emprendiendo un camino que los llevará a conocer a personajes asociados al libre pensamiento y consumo, pero que también permiten desarrollar la ironía dentro de un contexto que sin pasarse de tono, acerca material pedagógico y entretenimiento.
Si por momentos uno duda de algunas cuestiones que se reflejan, también tiene que ver con que la docuficción se inscribe en una larga tradición de realizadores, principalmente americanos, que desde el humor, como Sacha Baron Cohen, Michael Moore, han forjado carreras de divulgación periodística cinematográfica e imponiendo leyes de género.
Brechner toma de esa escuela, pero también de envios que utilizan la cámara oculta como motor narrativo, para configurar un dinámico acercamiento al universo de la marihuana, su consumo, su producción, su defensa, su divulgación, trascendiendo la anécdota y reforzando su intención de generar un nuevo estilo.
En ese punto “Traigan el porro” avanza con un relato diferente, en donde el ridículo va cediendo lugar para convertirse en una pieza pedagógica en la que el chiste se desvanece y se suma la fuerza de la convicción como pieza fundamental para comprender que detrás de la propuesta hay una seguridad y una solidez en los objetivos que busca el film.
La transgresión supera la base del relato, y con momentos antológicos y un código compartido la película se convierte en una pieza fundamental para tiempos en los que las ideologías y la necesidad de renovar políticas y estamentos se hacen evidente.
“Traigan el porro” es una fresca, novedosa, y dinámica propuesta que se corre a los pocos minutos de iniciada de cualquier polémica que se busque en ella, ofreciendo un relato honesto sobre la búsqueda y la necesidad de legalizar una sustancia en un siglo nuevo y con nuevas ideas.