Ciberfantasía tediosa se cree trascendente
Los experimentos al estilo Frankenstein se adaptan a cualquier época y tecnología, pero la parábola creada hace siglos por Mary Shelley sigue siendo la misma. Este es el principal problema de "Trascendence", que a pesar de aplicar esas ideas a la interacción entre el mundo real y virtual y a las nanotecnologías, no aporta nada sustancial en su premisa. Y por otro lado, la historia que cuenta no tiene el suficiente atractivo como entretenimiento, y para colmo se toma a sí misma muy en serio.
Johnny Depp es el científico que, en un futuro cercano, se empecina en demostrar que se puede dotar de conciencia a una computadora. Sus experimentos no son del gusto de una organización de hackers que pasan a la violencia para expresar sus opiniones, y llevan a cabo un violento ataque en el que dejan malherido al protagonista. Moribundo, intenta junto a su amada esposa (Rebecca Hill) algo que nunca se había hecho, subir su propia conciencia al mundo virtual, lo que traerá consecuencias inesperadas y poco deseadas.
Es que, una vez "subido" a internet este antiguo genio de carne y hueso convertido en un alma computarizada, se vuelve prácticamente todopoderoso y, con la ayuda de su esposa, colándose en cualquier computadora, red de internet o dispositivo portátil, puede hacer cualquier cosa. Ambos toman por asalto un pueblo abandonado y construyen una base de operaciones digna de esos villanos de James Bond (o de Austin Powers), y por supuesto siempre terminan vencidos. En este caso, en su objetivo por hacer evolucionar al mundo, este Depp virtual se pasa casi toda la película desde pantallas, lo que no ayuda mucho a darle carisma al personaje- tiene la idea de descargar su conciencia en el resto de las personas, lo que lo provee de una especie de ejercito de zombies indestructibles, ya que con sus nuevas biotecnologías toda herida puede ser curada.
El director Wally Pfister, habitual fotógrafo de Christopher Nolan, no logra darle ritmo ni mucho menos credibilidad a una historia que sólo tiene destellos intermitentes y que nunca logra intensidad, ni siquiera en las escenas de acción que se vuelven más espectaculares hacia el final. Y el tono pretencioso, que tal vez quiera invocar la trascendencia que sugiere el titulo, vuelve la película más aburrida que otra cosa.