El director de TRANSCENDENCE, Wally Pfister, es el habitual director de fotografía de Christopher Nolan. Y en ésta, su primera película como realizador, parece haber tomado la posta estílistica del director de INCEPTION. El problema es que Pfister parece haber mantenido las cosas menos interesantes de Nolan y dejando de lado las mejores. TRANSCENDENCE no es una mala película ni mucho menos, pero es un producto fallido, que estética y narrativamente no está nunca a la altura de sus ambiciones temáticas.
El cine de Nolan se caracteriza por su seriedad y ambición temática, por su complejidad argumental y por su potencia visual. Pfister, responsable en cierta medida del look de la trilogía BATMAN (bah, de todo lo que ha hecho Nolan desde MEMENTO), mantiene en este filme de ciencia ficción el tono oscuro y opresivo, y a la vez se plantea un relato ambicioso acerca de las consecuencias que puede tener el uso indiscriminado de la inteligencia artificial en un futuro cercano, pero lo que no logra es que sus imágenes vibren, respiren cine. Es una película ausente de vida, letárgica y explicativa, que al no involucrar al espectador en lo que narra se vuelve solemne y pomposa cuando debería ser intensa y atrapante.
TLa película plantea el conflicto entre científicos que quieren investigar la inteligencia artificial creyendo que servirá para salvar al mundo y un grupo de hackers que harán lo que esté a su alcance para frenarlos. Johnny Depp encarna a Will Caster, un prestigioso científico que está avanzando mucho en la investigación junto a su esposa, Evelyn (Rebecca Hall). Pero es atacado por los hackers y, herido de muerte, decide junto a su mujer que la mejor forma de “preservarlo” es subir su cerebro a esta red inteligente. Lo que sucederá después –el Will virtual empezará a volverse más y más poderoso e influyente– será el núcleo de esta complicada narración en la cual se ponen en juego, además de las cuestiones ya citadas, la relación de esta extraña pareja constituida por una persona real y una virtual.
La trama dará unos peculiares giros tratando algo forzadamente de demostrar los peligros implícitos en darle demasiado poder a las máquinas, pero la intriga generada por estos temas clásicos de la ciencia ficción (de Ray Bradbury a Philip Dick, pasando por referencias cinéfilas, de FRANKENSTEIN a A.I., de Spielberg/Kubrick, hasta la reciente ELLA) vuelve siempre curiosa a la propuesta: ¿cuándo una copia deja de parecerse a un original? ¿existe “el fantasma” en la máquina? ¿dónde se separan cerebro y “alma”? El problema es que todos estos temas están planteados en la película de una manera directa, en diálogos obvios e imposibles, pero sin lograr volverlos efectivos como parte de la historia, algo que muchas veces le sucede también a Nolan, especialmente en la similar INCEPTION.
TRANSCENDENCEPfister tiene la inteligencia como para no plantear el conflicto de una manera básica y simplista. Reconoce los potenciales “logros” de la tecnología, pero también deja en claro que sus beneficios pueden tener consecuencias peligrosas, especialmente en aquellos que, aprovechando sus beneficios, no se atreven a cuestionarlos. Lo mismo sucede con la relación entre “Will” y Evelyn: al evitar convertir al personaje de Depp en un villano clásico y al poner en primer plano las dudas de su mujer respecto a qué hacer con él (del otro lado de la ecuación están tanto el FBI como los hackers y otros científicos, con actores desperdiciados como Morgan Freeman, Paul Bettany, Kate Mara y Cillian Murphy), Pfister se las ingenia para crear una ambigüa situación tanto ética como moral. El problema es que no ha construido los elementos narrativos para sostenerla.
Lo más interesante de TRANSCENDENCE, de algún modo, tiene que ver con su inteligencia política. Una película sobre una pareja poderosa (él muerto pero de algún modo vivo, ella su heredera) que quiere hacer “el Bien” pero para lograrlo necesita convertir a todos en un ejército de fieles zombies sin capacidad de decisión propia tiene su actualidad y potencia. Cualquier similitud con cierta realidad, claro, es pura coincidencia.