Esta es la quinta de la saga de Michael Bay, un hombre amado y odiado con la misma pasión. Y la última en que aparece Mark Wahlberg, que aquí se muestra en compañía de Anthony Hopkins, la bella Laura Haddock, Josh Duhamel y Stanley Tucci. Aquí el trío de guionistas se deliró a gusto: El origen de la insistencia de los Transformers de estar y seguir llegando a la tierra se remonta al Rey Arturo y un borracho mago Merlín que quiere salvar las papas en una batalla casi perdida. Así que la tabla redonda une no solo a los históricos caballeros sino a inmenso robots custodiando un secreto. Por ahí también aparecen peleando con los nazis. Luego saltan a la existencia de Cade Yeager que vive con una captura sobre su cabeza porque insiste en cuidar a los autobots muy desprestigiados y los arregla con esmero hasta que uno moribundo le regala un amuleto que lo convierte en el elegido. La acción salta de EEUU a Cuba, a Londres, a Stonehenge, a las profundidades del mar, al espacio exterior donde esta Cyberton. A Optimus Prime le lavan el cerebro metálico y es malo por un rato El revuelto no tiene mucha lógica y el argumento tampoco, porque a lo largo de dos horas y media, lo que importa es la acción, los enfrentamientos, los efectos especiales, la acción pura con mínimas líneas de diálogo, algún chistecito, un robot copiado de Star Wars, otro chiquito y simpático. En suma, fiel a sus seguidores fanáticos que tendrán su programa asegurado en vacaciones de invierno. Padres, tíos y padrinos que verán renovados los pedidos de juguetes de la franquicia y no mucho más.