Robots gigantes. Explosiones. Son claras las razones por las que uno se pone enfrente de una pantalla en la que se ve una película de “Transformers”.
La palabra “acción” no sería del todo correcta, ya que las secuencias de acción propiamente dichas en esta saga son muy inferiores a la de la mayoría del género. Sí, los robots se mueven y usualmente estos movimientos causan las explosiones, pero ese intermedio nunca interesa demasiado. Lo más cercano a la acción “real” es el ritmo y la velocidad que el montaje de Michael Bay imprime (de la mano de los seis valientes editores del film) en la cinta de turno. El vértigo de la acción es una constante en la filmografía de Bay, pero en esta ocasión logra ser más satisfactorio que frustrante, ésta es probablemente una de las mejores editadas y enfocadas (en cuanto a la dirección y cinematografía) entregas de la saga hasta ahora. Como consecuencia de eso, termina siendo de las más fáciles de disfrutar.
Desgraciadamente, aunque evite frustrar el disfrute de la audiencia, igual tiene que contener algo que ésta pueda masticar. Esta es ya la segunda entrega de “Transformers” después de la primera trilogía con Shia Labeouf, ahora la batuta la lleva Mark Walhberg. Nombres como John Goodman y Steve Buscemi prestan su voz a algunos autobots, pero como los cameos glorificados de John Turturro y Stanley Tucci, ninguno hace más que prestar su nombre para el poster. El gran nombre que se suma al elenco para esta quinta entrega es el de Anthony Hopkins (aprovechando su revival tras la serie “Westworld” de HBO), que funciona prácticamente como el segundo protagonista de la película. Un lord inglés que resulta el último guardián de una logia secreta que protege el secreto de los Transformers en la Tierra desde hace 1600 años. Bay aprovecha la capacidad monologuera y dramática que provee Hopkins (mucho mejor de como abusa de la narración de Optimus, el líder autobot) mientras aprovecha para contrarrestar su persona con alguna que otra escena de comedia.
Optimus Prime esta en la peli. Ah, también Bumblebee. Protagonizan aproximadamente tres escenas. La de Bumblebee intenta darle algún valor a su presencia, sin éxito alguno, y el par de escenas con Optimus en el espacio que solo logran cortar con el buen ritmo que venía teniendo la historia. Sí, “historia”. Aunque lo rescatable para el público sean los robots gigantes y las explosiones, Michael Bay insiste una y otra vez en abarrotar los Transformers con otras cosas. Trama, humor, romance, personajes, nada que tenga lugar en los violentos comerciales de juguetes que conforman esta franquicia. La primera “Transformers” dura más de dos horas, y es la única que consumirá menos de dos horas y media de tu vida.
Si uno busca pasar el tiempo viendo algo un poco más entretenido que no mirar nada, entonces “Tranformers 5: El Último Caballero” puede llegar a ser una buena opción. Pero sacando la falsa y muy pasajera emoción de algunas de sus secuencias, no hay nada bueno que destacarle.
Puntaje: 2,5/5